viernes, 18 de agosto de 2017

VIDA SENCILLA


(…) he aprendido que la vida puede ser sencilla y plena. La naturaleza en general nos muestra el camino de lo simple aunque los humanos hagamos todos los esfuerzos por complicarlo todo. (1)

Siempre me he quejado por el hecho de venir a este mundo sin ningún tipo de manual, sin ninguna ayuda a la que pudiéramos acceder para aprender a vivir, aprender a ser niños, adultos y viejos y aún para saber cómo se debe morir, en todos los casos al menos con dignidad.

No hay manual, aprendemos en el camino, en la mayoría de casos con el ejemplo y las más de las veces, con un ejemplo que en últimas resulta que no es el adecuado o el mejor.

Aprendemos con lo que dicen nuestros ancestros, nos educamos con la tradición –en la mayoría de veces basada en mitos-, nos contagiamos con el temor, la angustia, el chisme, el murmullo de los demás y de esa manera vamos escribiendo nuestro propio manual que, en últimas, no es nuestro, es la sumatoria de muchos manuales, todos inacabamos y casi todos faltos de reflexión.

Somos la suma de muchos manuales (Así se hace mijo. Mi herencia es el ejemplo. Espere a que sea padre. Tiene que matarse bastante si quiere vivir bien. Tiene que tener el último modelo. Mire que lo que conseguí fue por mi trabajo. Tengo una colección de destornilladores de todos los tipos).

Como dije, manuales desacertados, caducos, mal elaborados y ninguno genuino, que es lo triste.

Y la respuesta:

Los animales nos recuerdan que todo puede ser más sencillo, que el goce está por ahí al alcance de la mano y que se puede convivir con alguien distinto. (...) 
No tiene nada pero tampoco aspira a mucho. Resuelve cada día con un poco de comida, agua y una dosis grande de libertad para vagar por el mundo y tomarse la vida a su manera: sin afanes, disfrutando los aromas del ambiente, detallando el vuelo de una mariposa a la que mira con ojos acechantes o limpiando con parsimonia su cuerpo entero en un ritual continuo de vanidad sin vanidades.(2)

Y hoy, que ya no tengo que aparentar, que el quédirán quedó atrás; que la edad me enseñó a que puedo decir no, sin sentirme rechazado; que puedo ser yo, con virtudes y defectos; alejado de comerciales, de centros comerciales y de necesidades no indispensables para el buen vivir; habiendo aprendido a sentarme en la soledad, a admirar un paisaje o simplemente ver el vuelo de un pájaro; hacer cosas que realmente me gustan todo con lo cual puedo decir que efectivamente la vida simple, el cotidiano pasar sencillo es mucho mejor que ir por el pan en carro o hacer compras inútiles que no llenan el sabor de la vida, por ejemplo.

No se me mal interprete, no podría quejarme de la vida ya pasada, la que viví, como debía vivirla, sin manual pero copiando otros, desafortunadamente, porque nadie me dijo a tiempo qué era lo que no convenía hacer ni copiar. Pero como filosofía simple he de aceptar que lo que fue, fue.

Se tratan de reflexiones sencillas que llevan a pensar que porque como todo lo tengo, nada necesito y como no necesito nada, todo lo tengo. Cada cual evaluará qué tan sencilla será su vida y qué tan sencilla la querrá tener.

La compasión es un sentimiento que practican los cristianos y los budistas, con una diferencia: los primeros la practican para alcanzar el cielo, los segundos como norma de vida. Jesucristo fue un gran hombre, con un valioso mensaje centrado en la caridad, pero aquí tiene cabida lo que una vez le dijo Mahatma Gandhi a un inglés que lo visitó: "Me gusta el Cristo de ustedes, pero no me gustan los cristianos. No se parecen en nada a Cristo". O como dijo Napoleón Bonaparte: la religión es lo que evita que los pobres asesinen a los ricos.(4)


Foto: JHB (D.R.A.)

(1) Yolanda Ruiz. Elogio de la vida sencilla. El Espectador.
(2) Ibidem. Y agrega: Nos dan lecciones todos los días y no entiendo cómo muchos de esos humanos que se sienten parte de una especie superior son capaces de maltratar sin razón a los animales que nos dan tanto.
(3) Jorge Gómez Pinilla. La religión hace esclavos felices.  http://www.elespectador.com/opinion/la-religion-hace-esclavos-felices-columna-689887

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