lunes, 18 de septiembre de 2017

DEPORTISTAS DE SOFÁ


Hoy pontificaré sobre todos aquellos que se sientan ante un sofá a ver un partido, particularmente de fútbol. Debo advertir de antemano que no me gusta ese programa, que no hago deportes y que me tiene sin cuidado quién gana o quién pierde, así sea la selección Colombia.

            El espectáculo que veo en aquellos que la aparentemente pasión(1) les lleva a hacer es el siguiente: Inicialmente se inicia con cábalas y promesas ajenas: Esta vez si vamos a ganar, va a jugar fulanito, ojalá no metan a zutanito (omito todas las groserías que se acostumbran en estos eventos, no por decente sino porque me dejo llevar por ellas y sale toda mi leche y eso es pasión!).

            A continuación empieza el partido (predíquese del fútbol, básquet, béisbol o cualquier otro deporte semejante). Y se empieza con buena esa, hágale el pase, pero éste qué está pensando, pero el árbitro está como parcializado, el otro está ciego, no la vio? Pero en dónde está zutanito? Pero ese es mucha… buena esa! Pásela a perencejo. Oiga es que no la vio? Y los ánimos comienzan a exaltarse, a caldearse y todos se vuelven directores técnicos, hablándole y gritándole a una pantalla, que es indiferente a sus comentarios, a sus explosiones, a la grosería.

Es solo una pantalla y como ella, nadie le está parando bolas a sus comentarios ni a sus exaltaciones, nadie, absolutamente nadie, porque el compañero de aventura está en las mismas, recuérdese que todos son directores técnicos y sólo ellos tienen la razón. Esta gente (que es la mayoría) debería hacer un ejercicio, grabarse durante el partido y luego de él también y ver el tipo de persona apasionada que se deja llevar por ese sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón. La gente se vuelve loca, no entiende razón, se polariza, se subjetiviza, se idiotiza y termina cargando unas energías poco recomendables para el ser humano(2). De allí que los tratados de política recomendaban al gobernante: Al pueblo, pan y circo, con el peligro que ello representa. 

            Si ganan… siempre hay un perdedor al que se le puede refregar la victoria. Si pierden, sale lo gamín que hay en cada persona.

            Y todo ésto me lleva a pensar, (si no han apostado plata, claro está), en que toda esa energía gastada, malgastada a dónde va sino es solo para soltar la mala leche que hay en cada uno, generando solo malas energías, venenos innecesarios. Más bien si esa energía se gastara en cosas menos apasionadas, como el trabajo, la vida, la felicidad… otro gallo cantaría?

—Me dedicaré a cuidar mis peces, a estudiar filosofía y a prepararme para la muerte —dijo Lúculo—. En esta República ya no hay sitio para mí.(3)


Imagen tomada de Facebook

(1) Entiéndase por ello: Sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos. (https://www.google.com.co/search?q=pasi%C3%B3n&oq=pasi%C3%B3n&aqs=chrome..69i57j0l5.1849j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8)
(2) Guardadas proporciones, la oración es aplicable a la política, aunque viéndolo bien, sin guardar proporciones, me digo.
(3) Robert Harris. Conspiración. Saga: Cicerón - II

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