viernes, 22 de septiembre de 2017

YO EN EL PASADO (1)



Yo en el pasado no soy yo el actual.
Es ese otro que fue, pero que ya no es.
Sin embargo, no ha dejado de ser.
Me he completado, pero también he dejado de ser,
un poco, o tal vez mucho,
qué importa.

Lo importante es ser.
Ser como ayer, si hubo ayer.
Ser como hoy, que es lo único existente.

Soy yo,
pero no lo soy en realidad.
Fui, pero ya no.
Hoy soy diferente, no como el de ayer,
porque he cambiado,
he ido cambiando en ciertas cosas, es verdad.
En otras, me he mantenido estático.

El recordatorio es el espejo.
Me recuerda que he cambiado, que vivo cambiando,
que no soy el de ayer.
Ese que tenía pelo, que no tenía tanta arruga.
Sólo el espejo es consciente del cambio,
pero del de hoy, porque del de ayer, también lo olvidó.

Todo cambia, nada es estable,
sin ser inestable, sin entenderse éste,
es solo cambio, de ayer a hoy,
de ese medio metro de antaño, el niño,
al metro y medio de joven,
al adulto crecido,
al viejo de hoy que se está encogiendo.

De eso se trata, de cambios.
Y no es solo el yo.
Son todos esos yoes que me han acompañado en la vida,
que me han enriquecido o me han amargado.
Son un conjunto de yoes en el mío,
en el mismo yo
y por eso no puedo desprenderme del yo en el pasado,
porque ese ha ayudado y también perjudicado
a este yo de hoy,
a ese que no tiene un yo del mañana,
al que solo tiene el yo del hoy,
alimentado, eso sí, por el yo del ayer.
Ni modo!

Será que es el presente y su aceptación,
a lo se reducirá el todo?



Foto: JHB (D.R.A.)


[1] Una frase que le oí a la monja budista Jeong Kwan. Netflix. Chef’s Table. Interesante programa y la frase me sirvió de inspiración para este blog.

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