miércoles, 3 de abril de 2019

AISLADOS


En día de puente tuve el placer de ver en Señal Colombia una maratón de una serie llamada Aislados. Programas de media hora en la que pasearon a esa Colombia que no conocemos y de ser sincero que tampoco conoce el gobierno.

Mulatos, Venado, Taraira, Jordán Sube, Isla Fuerte, Macarena, Puerto Huina, Salahonda. Son algunos de los nombres de poblados –alegóricamente llamados municipios- de Guanía, Vaupés, Chocó, Nariño, Santander, Bolívar- que, al menos yo, jamás había oído mencionar, salvo uno.

El común de ellos, el abandono estatal, el olvido de todos, la subsistencia obligada de sus pobladores a punta de persistencia, de desgano, de sometimiento, de esperanza también.

El todos, la belleza de la naturaleza que de continuar así, también terminará destruida. Muchos al no tener luz, la tala de árboles necesaria para subsistir y poder cocinar, hacer sus casas. Para poder subsistir, envenenando ríos en búsqueda de oro. Y el gobierno gobernando desde el escritorio. Me llamaron la atención algunas cosas. En algunos sitios sin autoridad (en uno hay un inspector que oficialmente no es inspector porque para ser inspector se necesita ser abogado); en otros, casi todos, sin servicios básicos, pero eso sí, con celular a pesar de las maromas que hay que hacer para coger la señal. Y el más triste, el gobierno gobernando en la lejanía, impidiendo el propio progreso, si a eso se le puede llamar a la escasa subsistencia: un pueblo minero que por tratar de hacer una cooperativa de explotadores de oro, desde Bogotá se hizo licitación de explotación que se cerró el viernes y se adjudicó al siguiente lunes, naturalmente a una canadiense y mi mente malpensada con dejo de desprecio pensó en cuántos políticos se enriquecieron con la jugada, cuántos funcionarios sacaron su tajada a costa de la lejanía, de un pueblo tratando de subsistir.

Naturalmente escribo desde lejos de esas zonas desesperanzadas, porque no las conozco, a duras penas sabía de su posible existencia. Es decir, reconozco que pontifico desde mi cómodo escritorio. No he padecido lo que esos pobladores lo han hecho, he sido privilegiado en salud, estudios, progreso, mas ellos no y aún así pontifico.

Entonces pienso que existen muchas colombias, las de las ciudades, la de los municipios de acuerdo con su riqueza y la gran mayoría, los pueblos alejados, los abandonados, los que no cuentan por ser invisibles. Es triste tener una Colombia olvidada, olvidada por el gobierno, por la autoridad y me atrevo a decir que igualmente olvidada por Dios!

Eso me pasa, lo de la depre, por estar viendo desde mi cómoda cama cómo viven los abandonados de Dios! (Y ya no conozco a Bogotá, cuántos lugares hay olvidados?)

Criollos, mestizos, esclavos e indígenas no formaban un pueblo unido, sino dividido y lleno de desconfianza mutua. Era una advertencia que Bolívar nunca olvidó. (1)

Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Andrea Wulf. La Invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander Humbolt.

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