Es lo que dicen, especialmente los
minimalistas. Viendo un documental al respecto se hacía referencia a qué cosas
eran importantes en la vida.
Y la respuesta al parecer
generalizada es tener. Tener una familia, tener bienes, tener dinero, tener
aceptación. Sinónimos de acaparar, poseer, conservar, ostentar. A más se tenga
más se es importante, deja de ser un don nadie, cobra relevancia. No hay como
tener el último celular de alta gama, el mejor carro, la mejor casa –no digo
que la mejor familia porque aquí es más discutible-. Y el tener implica
comprar, comprar, comprar cosas que en últimas resultan innecesarias. Es
obsesión de poseer y de ser aceptado, a eso podría resumirse. Nada más recordar
la colección de destornilladores que tenía, una selección completa de todos los
modelos posibles, colección que nunca fue utilizada porque siempre usé el mismo
–estrella o plano-, a sabiendas de que no necesitaba una colección. Siempre el
mismo, siempre lo mismo.
La sociedad –si es que puede
culpársele- nos engañó haciéndonos creer que el secreto era adquirir, tener,
acumular para poder ufanarnos de tener, que podíamos adquirir, que éramos
alguien. Y en ese consumismo caímos porque así evitábamos que nos
pordebajeáramos, sentíamos aceptación, al menos entre pares.
Pero realmente qué es lo importante?
La familia? El trabajo? La remuneración? La aceptación de los demás? Verse
endeudado para poder tener? Y así, entonces qué es ser exitoso?
Tener y por tener olvidamos las
cosas simples, las que resultan ser más importantes. En la juventud y en la
adultez son temas que no importan. Son temas postergables para la vejez, cuando
ya puede ser tarde.
Entonces es cuando uno se pregunta,
realmente qué es lo importante? Cuando ya posiblemente es muy tarde para
cuestionarse sobre el asunto.
… a veces temo que estamos demasiado aislados (…) y que
el mundo sigue su curso sin nosotros.(1)
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