… parecía distinto —dijo, y
sacudió la cabeza—. No. No es cierto. Parecía igual. Y todos somos diferentes,
a eso me refiero. Era distinto fuera, pero aquí dentro era igual.(1)
Hoy traigo a colación el abuso de ciertos derechos,
tema que al parecer es mejor tratar con guantes de seda que en mi caso
corresponde a un tratamiento sin eufemismos.
Me refiero a las denominadas minorías que abusivamente
se consideran autorizadas para tomar derechos de las mayorías para poder
escudar todo el odio que de ellos mismos emanan, nacido precisamente de
sentirse inferiores, aunque también es cierto que han sido alguna vez
injustamente vapuleados.
Para aquellos a los que les gusta la filosofía
jurídica, su mayor exponente Carlos Gaviria, tiene una magistral sentencia que
trata sobre el derecho de los iguales y de los desiguales y de éstos ante sus
propios congéneres, entre tantas muchas por él presentadas(2).
Pero bueno, el tema venía a propósito de los problemas
del gobierno con los indígenas, tan de
moda en este momento y leyendo un artículo de prensa al respecto encontré: En reciente artículo, Francisco Lloreda expone con
meridiana claridad el problema de algunos, y solo algunos, indígenas del Cauca:
“Ser indígena no le da derecho a nadie a estar por encima de la ley. Lo dice la
Constitución Política de Colombia en su artículo 13… Artículo que no se cumple,
pues los indígenas en el país hacen lo que les viene en gana y nada pasa.
Bloquean todos los años una de las principales vías del país, y nada pasa.
Dejan dos departamentos en riesgo de desabastecimiento de alimentos y
combustible, y nada pasa. Causan pérdidas millonarias a agricultores y
comerciantes, y nada pasa… Pero como son indígenas, son intocables: ciudadanos
de mayor jerarquía, para quienes la ley no aplica o aplica cuando les conviene,
y son insaciables en la captura de rentas del Estado... Se confunde el derecho
a la protesta con llevarse por delante los derechos de los demás, y la
disposición al diálogo de los gobiernos, con debilidad. Ahí está el resultado:
un país de vías de hecho y no de derecho”.(3)
En eso se han convertido las minorías, en intocables,
diciéndolo sin eufemismo alguno. Y véase a cualquiera de ellos, sean Lgt (como
se escriba y lea), a indígenas, negritudes, feministas, etc., si uno llega a
opinar al respecto, teniendo el derecho, somos tratados de discriminadores,
antifeministas, etc., lo que conlleva una denuncia por discriminación. Ocurre
lo mismo con aquello que antaño llamábamos piropos, no de los ordinarios que
nos hacía reír o sonrojar de vergüenza ajena, ahora se llama acoso confesarle a
una mujer la atracción o lo bonita que es, pero ellas si pueden cascar y matar
a un hombre y no hay delito de hominicidio, si pudiéramos tenerlo.
De allí que los que no somos minoría se nos ha
volteado el tiesto y la mayoría ahora somos los que necesitamos que nos
protejan de nuestros derechos abusados por aquellos que considerándose minoría
ahora hacen la mayoría.
A dónde va la humanidad, es lo que ahora me pregunto.
Esta vaina se trastocó.
Todo lo que hay al otro lado de estas puertas es terrible.
Odio, muertes y asesinatos. ¿De dónde procede? ¿Quién lo hace? ¿Quién sigue
siendo bueno? Quizá no sea porque Satán está aquí, (…). Quizá sea porque todos
nos hemos vuelto peores y ni siquiera sea necesario que él esté aquí porque
nosotros hacemos su trabajo por él. (4)
Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D,R,A,) |
(1) John Katzenbach. Historia del
loco.
(3)Mauricio Botero Caicedo
Ni desposeídos, ni expertos en pirotecnia
https://www.elespectador.com/opinion/ni-desposeidos-ni-expertos-en-pirotecnia-columna-847726
(4) John Katzenbach. Historia del
loco.
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