viernes, 26 de abril de 2019

PENAS


            No me referiré a las del alma ni a las cotidianas del común de la humanidad, que podrán quedar para un tema posterior. Hago referencia a las sanciones por la comisión de un delito. Advierto, no soy experto en esa materia, pero como buen pensionado tengo autoridad para pontificar, por esa misma razón.

            Leí un artículo sobre un proyecto alemán que revive la reincidencia de la era nazi, escrito por un encumbrado conocedor con suficientes títulos para decir lo que dijo, que no es del caso traerlos a colación porque el contenido no era propiamente lo que quería tratar y del que solo comparto una parte(1). En términos simplistas decía que ante varias reincidencias se debería reajustar por una pena mayor, independientemente de la gravedad o levedad de las anteriores penas.

            Pienso que el que es bueno y por cualquier circunstancia va a la cárcel tiene posibilidades de regenerarse, si a ello hay lugar. Pero el que es hampón, hampón muere y si va a la cárcel no se regenera ni dándole con qué. Y la muestra está precisamente en la reincidencia, qué mejor muestra de que la cárcel no regenera? Más bien especializa. Y hablo de las cárceles colombianas, latinoamericanas, asiáticas, africanas, en donde la sobrepoblación es tal que donde cabe uno caben diez y no de las gringas que en películas nos presentan como hotel, con servicios incluidos.

            En ese hacinamiento que además genera competencia de territorio, de malquereres, de sálvese quien pueda, quién, por más carácter que tenga, se regenera?

            A pesar de los grandes sabios penalistas, llamados positivistas particularmente los italianos, que predicaban la cárcel como mecanismo corrector, así fuera a través del miedo o la intimidación como puede pensarse que es el objetivo final. Y aún creo que siguen predicando que la cárcel es el medio de corrección de faltas, mecanismo regenerador. En mi limitada mente y en mi poca experiencia con el tema, insisto en que el que es hampón es hampón y no se regenera, aún así lo quisiera.

            Y si una persona reincide, -lo que supone que ya estuvo en la cárcel-, permite concluir que de nada le sirvió el correctivo, tal vez se especializó, como dije, sea en la artimaña o en las amistades.

            Y pensando en las cárceles, a pesar de su penuria, el recluso termina siendo un mantenido –comida, habitación, recreación gratis y libre de impuestos- a costa del contribuyente o quién es el que lo paga? Por qué no deben retribuir su condena con trabajo, como las colonias agrícolas de antaño o como mano de obra para infraestructura? Ya oigo a muchos decir: No, pobrecitos, ellos también tienen derechos. Ja! Como si las víctimas no los hubieran tenido. Creo que los que menos derechos tienen son precisamente los presos (y para soportarlo de otra parte, ellos pierden legalmente derechos, como el de locomoción, como el de la libertad, como el de elección, precisamente como parte del castigo impuesto).
           
Y nada qué decir sobre las penas. Son risibles, como lo predican los gringos con sus absurdos éticos. Condenados a pena de muerte y tres cadenas perpetuas más, pero si se vuelve soplón le perdonamos la muerte y una cadena… Aquí ya no es tan distinto con los llamados beneficios penitenciarios de buen comportamiento, de estudios, de colaboración y demás, con los que una condena a cinco años, con año y medio se sale con el abuso o la compra de tales beneficios. Todo ésto sin mencionar la corrupción adicional que hay entre los vigilantes de presos que permiten el tráfico de todo lo que pueda comprar la plata. Y todos se suponen que están corrigiéndose, resocializándose, como se dice ahora.

            Por esto es que soy partidario de la pena de muerte para asesinos, violadores y políticos, si se me permite entre otros, porque para qué mantenerlos a costa del erario –por no decir los contribuyentes-. Ya sé que me saltarán muchos para contradecirme con argumentos de humanidad, de hipócrita sensatez, ya los vería yo víctimas de violación o familiares del asesinado encontrándose en las calles a su victimario socializado!

            El que la hace la debe pagar o si se quiere, sin eufemismo, así sea con su vida ya que no tuvo consideración en su momento con la víctima. Ojo por ojo? Pues sí, qué le vamos a hacer.  
           
Cuando fuera mayor, él también aprendería a decir cosas que no eran del todo ciertas sin estar mintiendo.(2)

Óleo sobre papel. Espátula. JHB (D.R.A.)


(2) John Katzenbach. Historia del loco.

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