viernes, 5 de abril de 2019

EUROPA


Viendo un programa de DW sobre los diferentes esfuerzos de unificar a Europa luego de la segunda guerra uno llega a la conclusión de que la Europa unida es una utopía, hecha realidad, pero que cada vez se aleja más de la realidad del deseo. Ver cómo los ingleses, dentro de su superioridad, cuando podían no quisieron y cuando quisieron no pudieron unirse en una sola entidad. Debido principalmente a factores históricos que parecieran genéticos, es decir a su eterno rencor con los franceses y al de éstos con aquéllos, ambos sintiéndose superiores al otro, con Alemania de por medio. Churchill hacia 1950 lo propuso pero nadie quiso. Cuando los ingleses lo volvieron a querer, De Gaulle se opuso. Y así se eternizaron en la indecisión. Y ahora los ingleses sí pero no.

Además las frágiles alianzas europeas resultan curiosas. La Thatcher (goda) con Mitterrand (socialista) contra Kohl. En otras alemanes e ingleses contra franceses o el uno aliado contra el otro. Y así un salpicón permanente, sin mencionar a los italianos, por hablar de los pesos pesados, si es que los italianos son aceptados, como no lo son los parientes pobres como son los españoles, portugueses y demás. Y los rusos haciendo lo que les corresponde. Y también los gringos, obviamente.

Y todo se reduce al interés, del poder, naturalmente, del oro, pues claro. Basta sumar interés, poder, oro y allí están las frágiles alianzas, mientras conviene.

Y en el entretanto la frágil Europa en el vaivén de los intereses. Lo que falta es un líder que ordene, que ponga orden. Y los rusos haciendo lo que les corresponde. Y también los gringos, obviamente.

Y curiosamente los líderes parecieran cíclicos. Aparecen todos juntos por un período (Churchill, Stalin, Hitler, Mussolini) y luego decae y pasa a manos de improvisadores. Pareciera que los ensayos de unión no perduran, mientras no haya mano dura que imponga la autoridad y el orden. 

En fin, la eterna historia de la humanidad y ahora en manos de demagogos, cosa de locos.

Un recuerdo que parece sólido como una piedra, acto seguido me resulta tan vaporoso como una neblina. Ése es uno de los principales problemas de estar loco: nunca estás seguro de las cosas.(1)

Óleo sobre papel, con espátula. JHN (D.R.A.)



[1] John Katzenbach. Historia del loco.


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