viernes, 10 de febrero de 2023

DEL PASADO AL HOY. TAPA DE GASEOSA

                Recuerdo las tapas de gaseosa de mis tiempos. Eran metálicas con un corcho y solo era posible abrirlas con un destapador. Los más avezados lo hacían con el filo de un cuchillo o de una mesa y había algún aventurado que lo hacía con los dientes para demostrar… quién sabe qué carajadas.

 

                Pero no servían solo para tapar las botellas de gaseosa y cerveza. Para su nuevo uso se necesitaba que al ser destapadas no sufrieran ningún tipo de imperfección, pues las tapas se convertían en elementos de juego, particularmente para poder correr la vuelta a Colombia, a mediados de año. Para recordar, era preciso tener adicionalmente una tiza, para poder demarcar en el pavimento el recorrido que debía hacerse, con rectas, curvas cerradas, montaña y todo lo que la imaginación infantil permitía y los mayores obstáculos para poder hacer uso de las diferentes modalidades de tapas que se tenía que tener.

 

                Y las tapas sufrían las más variadas transformaciones. Si se les dejaba el corcho, si se ponían dos, si se rellenaban con cera de vela, si se les incluían balines y todo eso influía para el terreno que se debía recorrer. Livianas o pesadas, si el terreno era plano o para montaña, para recta o para curva, para fuerza o para rapidez, materia prima para tan lejanos tiempos.

 

                Además, las tapas servían para los más osados, totalmente aplastada, como instrumento musical, al hacerse en el centro un hueco, claro que con una puntilla oxidada y se atravesaba un alambre para darle la sonoridad deseada. También servía así aplastada de arma mortal, así fuera a nivel de juego o de autodefensa; y hablando de juegos, los costeños la usaban, llamándola checa, para jugar al beisbol armados de un palo de escoba.

 

                Tenían muchas formas de utilizarlas, tal como recuerdo.

 

                Y de la tapa metálica se pasó con el tiempo a la de plástico, allí tal vez se perdió el juego callejero y esas tapas de antaño se transformaron en plástico de diferentes formas, de diferentes colores y hasta el corcho fue reemplazado por una lámina delgada de plástico, perdiendo así su personalidad infantil, y ahora algunos, como uso adicional las usan para hacer figuras y hasta esculturas, pero nada más.

 

                De esa manera las tapas de antaño perdieron su personalidad.

 

No pudo acordarse de nada en concreto, pero sí, dichosamente, de todo en abstracto, y con eso tuvo suficiente para seguir volando en la cálida sensación de vitalidad que le había llegado por el cable del teléfono.[1]

Tomado de Google
image_content_35692719_20200515002820



[1] Olor a rosas invisibles. Laura Restrepo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario