miércoles, 17 de abril de 2024

ALTERNATIVAS

                 Cuando se me presenta un problema procuro ver las posibles vías de solución, no es que sea muy inteligente, son cosas que se me vienen a la cabeza, naturalmente después de solucionado el problema veo que la solución era más fácil de lo que pude pensar. Esas son cosas de la vida.

                 Una de ellas, tal vez lo mencioné alguna vez, era al notar la ausencia de mariposas y abejas donde antes eran notoriamente reconocibles. Un problema que se nos pasa porque… no es problema para nosotros, aunque para mí, pobre anónimo, es cuestión de extrañarlas. Y pensé que en los parques deberían construirse colmenas, nada del otro mundo, aunque sí ubicadas en alturas inalcanzables para los indeseables que desean aprovecharse de ellas. Era solo una solución que se me ocurrió y no demasiado costosa.

                 Otra, viendo cómo se despoblaban los pueblos, vino a mi memoria la existencia de conventos inhabitados, casi abandonados y de esas consagradas monjas de antaño que hacían caridad sin esperar demasiado. Viendo uno de ellos pensé en por qué esas religiosas no montaban su negocio abriendo ancianatos, no para pudientes sino para abandonados, con cargo a recursos del municipio, aunque ya sé que éstos prefieren botarlos con sus amigotes, pero por una vez podrían hacer una excepción, me consolaba.

                 De esa misma manera veo casas totalmente abandonadas, con peligro de demolición, que llevan años sin pagar los consabidos impuestos. Una forma de evitar ocupas o de dar alguna forma de vivienda a desplazados y menesterosos sería que se rehabilitaran medianamente esas casas y como por falta de pago de impuestos podían pasar a las arcas estatales éste podría cederlos, con limitaciones, claro está, a esos necesitados, una forma de amortiguar tanta pobreza. Aunque aclaro, esa cesión no puede ser gratuita, porque al pobre no se le puede regalar nada, debe pedirse algo a cambio, que ayude a levantar la vivienda, que colabore con algo, para que pueda saber que hay parte suya en el esfuerzo y de esa manera asuma una sensación de pertenencia o al menos de compromiso, digo yo.

                 Ya que los gobiernos botan tanta plata en tantas cosas inútiles disfrazadas de grandilocuentes discursos, esas ideas no serían tan alocadas ni costosas, dice un anónimo viejo que solo piensa en voz alta, a sabiendas de que nadie escucha. 

Todos regresaremos un día a la oscuridad cuando se apague el sol —añadió con ojos risueños—. «Aunque mi alma caiga en la oscuridad me alzaré en plena luz».[1]

Tomado de Facebook
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[1] En la oscuridad. Ian Rankin.

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