"Pronuncia tus sentencias pero no des
tus razones".
William Murray
Estuve leyendo un artículo de José Fernando Isaza (Mitología, http://www.elespectador.com/opinion/mitologia),
en que decía que “Las palabras, como los objetos, por exceso de uso (están) por
desgastarse y perder su función o fuerza original. Estamos casi saturados de
“posconflicto”, “innovación”, “creatividad”, “competitividad”, “tecnología de
punta”, “emprendimiento”. Pocos años antes, el uso indiscriminado de términos
como “globalización”, “jugadores de clase mundial”, los fue dejando en el
camino. Muchos lectores no muy jóvenes recuerdan como se fueron desgastando
“Excelencia”, “Servicio al cliente”, “Justo a tiempo”, “Liderazgo”. Para evitar
agregar más palabras banalizadas que debo retirarlas de mi léxico; con el
consiguiente rechazo de conocidos líderes innovadores, que con su creatividad
han podido dar conferencias, bien pagadas, sobre cómo construir empresas
innovadoras de talla mundial en una economía globalizada canalizando el
emprendimiento; sin olvidar la búsqueda de la excelencia y la satisfacción del
cliente; decidí leer menos informes, poco originales, (…)”.
Y así me siento cuando leo el periódico, cuando
oigo descrestadores prodigios de la palabra en extensas conferencias, cronistas
deportivos faltos de léxico pero habladores hasta los codos. Palabras que en su
momento saturaban una determinada época. Hablar en las empresas de calidad y
todas las teorías japonesas, hasta el cansancio, olvidando que las palabras se
las lleva el viento y que la “misión, visión, objetivos” y demás se fueron
perdiendo igualmente y hoy, ya no es principio empresarial fundamental, porque
otras teorías le hicieron olvidar. Y el coaching empresarial (me tocó consultar
su escritura, he de confesar y cerrada la edición, me encontré al otro día el
siguiente artículo, cuyo título es más que diciente: El coaching en las empresas, una forma más
de tiranía contra el empleado, puede consultarse en http://blogs.elespectador.com/el-mal-economista/2016/06/20/el-coaching-en-las-empresas-una-forma-mas-de-tirania-contra-el-empleado/),
nuevamente de moda, que estuvo olvidado si mal no estoy a mediados de siglo,
cuando en sus inicios era de boga, como la teoría de calidad, que me tocó de
diversas maneras, incluido el Meci gubernamental (modelo estándar de control interno!),
en todos los cuales ciertas palabras se imponían como parte de léxico propio,
tal vez como ocurre en cada época. Eso me lleva a pensar que no debo criticar,
en demasía, si quiero estar a tono con cada época, como me correspondió.
Pero he de
confesar también hoy que por la aspiración de la mejor sapiencia en el ‘mundo
globalizado’, estamos pecando al no poder comunicarnos de la mejor manera
posible, la más sencilla, la que enseñaba que al pan, pan y al vino, vino. Pero
preferimos decir que se necesita el ‘músculo financiero’, antes que confesar
que no se tiene plata para hacer algo, por lo que se necesita de un marrano que
lo aporte. Por otro lado, “(…) realizar una devaluación expansiva dentro de una concepción
que se apartara del modelo universal del FIM, que predice que el aumento del
tipo de cambio da lugar a un aumento similar de las exportaciones y contemplara
la experiencia histórica.” Es como si me hablaran
en chino –alguien me dirá que en mandarín, para efectos de precisión!- y
entonces el “ certificado
de cambio, el mantenimiento del déficit fiscal y la ampliación del crédito
privado. (…) El país se encuentra ante una encrucijada. No se ha reconocido que
la devaluación y el libre cambio fracasaron ni la necesidad de adoptar un
esquema diferente al del FMI y las firmas calificadoras de riesgo. Está visto
que la corrección al monumental déficit en cuenta corriente y el freno de las
tendencias recesivas…” bla, bla, bla. Así como se siente la
lectura, se siente uno de perdido y eso que uno entiende algo (por qué no lo dice, eso quiere decir en
otras palabras que al país se lo llevó el putas! Me dice el ego
sarcástico).
En efecto,
“A los
infantes que antes se les llamaba “inquietos” ahora se les titula
“hiperquinéticos” o con “déficit de atención”, y por tanto enfermos mentales a
los que hay que suministrarles medicamentos durante meses o años, en última
instancia para tranquilizar a los padres y a los profesores y de paso aumentar
el consumo de psicofármacos, sin que se estudien debidamente las causas
emocionales de los trastornos de conducta infantiles, generalmente motivados
por conflictos emocionales en la vida familiar. Se pretende tapar el síntoma y
no enfrentar sus causas. (¿Está en crisis la
psiquiatría? http://www.elespectador.com/opinion/esta-crisis-psiquiatria),
si he de resaltar que estos comentarios se aplican a otros temas, a todos los
temas actuales.
En principio pienso que todo se debe a la variedad
de especialización que se está exigiendo. Pareciera que se debe hablar de
acuerdo con ese grado de saber, una cosa dice el profesional, que si
especializado debe buscar otro sinónimo más particular, para que el doctorado
rebusque palabra tan especulativa que ni él entienda, pues pareciera que el
descreste de la oratoria debe estar directamente ligado a la sapiencia
universitaria.
Pero así como por una parte está modificando el
léxico popular tratando de pasar por excesivamente cultos, por la otra, hay que
reconocerlo, la más inculta –si se me permite ser incluyente (o no serlo? ya
los confundo)- dentro de la cual pueden llegar a estar hijos y nietos, se tiene
el léxico y vocabulario contrario, el del ahorro de palabras, en la que los
artículos y preposiciones ya no interesan, porque hay que escribir a toda y el
que lo entendió, lo entendió. Sí, me refiero al de redes sociales: xq q va! Con
un punto de coincidencia o de curiosidad, que tanto el culto, como el inculto,
tratándose de redes sociales, terminan (terminamos
dijo la lora, oigo por ahí!) ahorrando palabras y no en la forma como se
hacía antaño. Baste recordar los telegramas (o marconigramas, según la época vivida)
en que se ahorraban las palabras por mero sentido económico, pues en ese tiempo
la palabra tenía su valor! A menos palabras, más barato el Marconi.
Ya que estoy en eso, me voy a lo anecdótico, los
telegramas. Recibir un telegrama generaba cierto grado de taquicardia, porque
por lo general no traían buenas noticias (sírvase presentarse este despacho;
informando fallecimiento; lamentando trágica noticia…), salvo que hubiese
recientes hechos de felicitación (pláceme nacimiento primogénito; compartiendo
alborozado grado; enhorabuena matrimonio). Por eso, si no había ocurrido un
hecho reciente de gratificación, las noticias no eran tan buenas al momento de
recibir al cartero (porque hay que
recordar que hubo una época en que los correos se entregaban en bicicleta! me
recordé a mí mismo).
Del descreste se vive hoy. Pensé y me tengo que
acomodar a estos tiempos, en que ya no importa lo que se dice, sino cómo se
dice, a quién hay que descrestar, a quién confundir, a quién aniquilar, a quién
demeritar; son tiempos en que la verdad sobra, vale la media verdad, vale la
mentira dicha, la especulación y la subjetividad con que se dice, el veneno que
contiene, la verdad que oculta; el sinsabor y el amargor que se puede dejar,
aunque almizcladas estén las palabras;
se perdió su sentido, se perdió el sentido y todos de acuerdo, todos jugando
con la misma moneda, con la misma cara, porque honrado soy a pesar de que mi
pensamiento y mis actos deshonren mi palabra y aún mis actos. Ese es el mundo
que he de dejar, porque ya nadie quiere la verdad, les molesta la verdad,
chocan contra la verdad, a pesar de que en lo más íntimo sepan la verdad, que
no van a aceptar, la vergüenza se encargará de impedir su aceptación. Por eso
es mejor hacer como los demás, negar la verdad, acomodarla, ahogarla si es
posible y solo permitir que viva la verdad que me dijeron, la que repetí sin
preguntar, la que oí en la trastienda, de esa manera soy como ellos y me
tendrán que aceptar como ellos, a pesar de no ser ellos y ellos lo saben, pero
es una verdad que tampoco podrán aceptar y la convertirán en mentira, para
poderla aceptar como verdad. O me aparto del mundo, como apartado estoy,
reniego de aquellos que con sus mentiras, para ellos verdaderas, han colmado al
mundo, le han saturado y le han hecho creer todas sus mentiras y el mundo ya no
es mundo, es un embeleco de mundo que ha sido creado, ocultando el verdadero
mundo, aquél que Adán dejó atrás y al que ya no pudo regresar, porque por más
que quisiera, la espada angelical se lo impedía. Aquél al que hubiera regresado
y habría visto a un Caín hermanado, en el que no habría conocido ni reconocido
la quijada que dejó a su hijo deshermanado, la prueba de una traición que nunca
supimos si lo fue, como nunca supimos si el plato de lentejas era gourmet, que
ameritara la traición.
Aquí culmino, porque la historia de la historia es
muy larga y si prosigo por sus diferentes recovecos, si hoy me hacen llorar y
lamentarme, cómo será al corroborar que todos mis ancestros vivieron en
mentira, habiendo otros que igualmente fueron mentirosos, eufemísticamente
honrados!
Foto: JHB (D.R.A.)
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