lunes, 13 de junio de 2016

SEGUIMOS SIENDO HIPÓCRITAS Y MORIREMOS EN NUESTRA LEY.

 “Por una buena causa, la hipocresía se convierte en virtud.”

(Mika Waltari. Sinuhé el Egipcio)

  
Vivimos en nuestra propia hipocresía y nos limpiamos con jabón Pilatos para lavarnos la conciencia.

En un mismo día, curiosamente coincidieron tres artículos que me hacen desviar nuevamente de mi interés por escribir de otros temas, pero dejándome tentar por ellos, por la atracción que me generaron, (el morbo del chisme, me oigo decir), me enfoco en ellos, en lo que ahora somos o hemos sido durante todo nuestro tiempo terrenal, pero al estar más cerca de Samarcanda, con más tranquilidad lo puedo admitir.

‘Los chinos “invaden” Bogotá’. Un artículo de Catalina Uribe (http://www.elespectador.com/opinion/los-chinos-invaden-bogota). La semana pasada varios comerciantes de San Victorino protestaron por el aumento de negociantes chinos en los establecimientos de la zona. Según lo reportado por la revista Semana, los comerciantes nacionales atacaron los locales chinos mientras gritaban “fuera, chinos, fuera de Colombia”. La inconformidad se debe, principalmente, a que los negociantes chinos compraron 39 locales en una zona estratégica del sector y están vendiendo sus productos a mejores precios. Adicionalmente, los nacionales alegan que los chinos están montando una competencia desleal al ingresar mercancía de contrabando. Aunque el representante de los comerciantes de San Victorino afirmó que no tienen nada en contra del “ciudadano chino”, hay dos asuntos de la protesta que me llaman la atención. El primero, la idea de que “colombiano debe comprar colombiano”. El segundo, que algunos de los protestantes subrayaron que los asiáticos ni siquiera hablan español. (…) ¿Por qué no simplemente protestar contra el contrabando, su presunto crimen? Es duro tener rabo de paja. La ley cobija a quien la cumple, no a quien la invoca cuando le conviene. Es cierto, el Estado tiene que verificar que todos paguen impuestos. Pero eso es lo que se debería estar pidiendo y no que se vayan los chinos de Colombia. De los problemas más serios que tiene el país, aunque de éste poco se hable, es la endogamia1. Somos los mismos, con los mismos, hablando de lo mismo. Es difícil encontrar otro país en Latinoamérica más cerrado.”

Un país imaginado. Por: Melba Escobar. (http://www.elespectador.com/opinion/un-pais-imaginado). En días pasados, mientras Salud Hernández estaba en manos del Eln, leí a alguien en redes sociales comentar que si la periodista de origen español estaba secuestrada era porque “se lo había buscado”. Hemos normalizado la inversión de las culpas hasta tal punto que encontramos natural eximir al responsable y castigar a la víctima. Es una operación espontánea y comúnmente aceptada: ¿Para qué se fue a meter por allá? ¿Para qué salió con un tipo que no conocía? (como diría la abogada del caso de Rosa Elvira Cely) ¿Para qué sacó el teléfono en el bus? ¿Quién lo mandó a tomar un taxi en la calle? Acabamos por justificar la violencia.

Y el tercero, titulado Caos. Por José Fernando Isaza. No propiamente relacionado con la hipocresía, pero sí cómo un hecho insignificante, como lanzar la piedra y esconder la mano, puede generar una consecuencia no esperada, no deseada.  (http://www.elespectador.com/opinion/caos) Las teorías de caos y catástrofes muestran que una pequeña variación de las condiciones iniciales de un sistema pueden modificar su evolución en forma impredecible. Edward Lorenz, uno de los creadores de esta teoría, expresa en la frase “el batir de las alas de una mariposa en Hong Kong puede desencadenar una tormenta en New York” el significado de la sensibilidad a las condiciones iniciales. Las leyendas y la historia dan generosos ejemplos. La guerra de Troya se desencadena por haber escogido, Paris, la belleza y el amor sobre la sabiduría y el poder. Cervantes y Shakespeare se refieren a la leyenda de la pérdida del reino de Ricardo III por la falta de un clavo de herradura. El herrero real no tuvo tiempo de forjar el cuarto clavo para herrar el caballo del rey. En la batalla de Bostworth (1485), Ricardo III se enfrenta al conde de Richmond; en medio de esta, por la falta del clavo, el caballo pierde la herradura, se tropieza y cae; el rey pronto estará rodeado de enemigos y suplica ¡Mi reino por un caballo! Nadie acepta el canje. Por un clavo se perdió un reino.”

Esos somos los colombianos, no tenemos nada contra el prójimo, pero si la va mejor a él que a uno, ‘se le sale lo indio’ sin argumentación, solo grito y victimización, con eso basta. Pero de la misma manera al prójimo pobreteado le tenemos lástima y mientras podamos mostrar nuestra solidaridad, pero recordándole –echándole en la cara, me recuerdan sin eufemismo- que con ello sigue pobreteado y es gracias a nuestra amable y desinteresada ayuda que puede superar la situación. “Detrás de toda buena obra, siempre hay un interés mezquino”, aprendí.

Somos sectarios y a la vez selectivos. Para un partido de fútbol en que juegue Colombia, todos somos colombianos, a pesar de los desmanes que le prosigan por la derrota o por la victoria. ‘No tengo nada contra el ciudadano chino’, pero no lo quiero aquí, es lo que callan (callamos). Y lo mejor de los colombianos, siempre hay los que dicen sí, los que dicen no, y no gracias a argumentos sino a argucias, sino porque sí, porque fue lo primero que leí en el ‘feis’.

Y sinceramente por hoy, no sigo. Ya me cansé de los colombianos, ya me mamaron lo versátiles que somos y cómo nos las jugamos según conveniencia. “Te lo digo con toda humildad”, “es que tienes que ceder, si quieres que yo ceda!”. Seguramente de la misma ralea son peruanos y ecuatorianos, brasileños y argentinos, europeos y asiáticos, en una palabra, toda la raza humana y por eso, sigo pensando que “entre más conozco a los hombres, más amo a mi perro” (aunque ya ni eso tengo!). Y sí, la amargura es la que afecta mi hígado, ya desahogué parte de la rabia “usté se lo buscó, quién lo llamó de rendentor”. Aunque la rabia también puede cambiar la historia!

“Uno nunca puede saber lo que piensa otro ser humano,
incluso cuando ha compartido la misma cama y la misma vida.”

(MIKA WALTARI. Sinuhé el Egipcio)

D.R.A.

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