“Por una buena causa, la hipocresía se convierte en virtud.”
(Mika Waltari.
Sinuhé el Egipcio)
Vivimos en nuestra propia hipocresía y nos limpiamos con jabón Pilatos
para lavarnos la conciencia.
En un mismo día, curiosamente coincidieron tres artículos que me hacen
desviar nuevamente de mi interés por escribir de otros temas, pero dejándome
tentar por ellos, por la atracción que me generaron, (el morbo del chisme, me oigo decir), me enfoco en ellos, en lo que
ahora somos o hemos sido durante todo nuestro tiempo terrenal, pero al estar
más cerca de Samarcanda, con más tranquilidad lo puedo admitir.
‘Los chinos “invaden”
Bogotá’. Un artículo de Catalina Uribe (http://www.elespectador.com/opinion/los-chinos-invaden-bogota). La semana pasada
varios comerciantes de San Victorino protestaron por el aumento de negociantes
chinos en los establecimientos de la zona. Según lo reportado
por la revista Semana, los comerciantes nacionales atacaron los locales chinos
mientras gritaban “fuera, chinos, fuera de Colombia”. La inconformidad
se debe, principalmente, a que los negociantes chinos compraron 39 locales en
una zona estratégica del sector y están vendiendo sus productos a mejores
precios. Adicionalmente, los nacionales alegan que los chinos están montando
una competencia desleal al ingresar mercancía de contrabando. Aunque el
representante de los comerciantes de San Victorino afirmó que no tienen nada
en contra del “ciudadano chino”, hay dos asuntos de la protesta que me
llaman la atención. El primero, la idea de que “colombiano debe comprar
colombiano”. El segundo, que algunos de los protestantes subrayaron que los
asiáticos ni siquiera hablan español. (…) ¿Por qué no simplemente protestar
contra el contrabando, su presunto crimen? Es duro tener rabo de paja. La
ley cobija a quien la cumple, no a quien la invoca cuando le conviene. Es
cierto, el Estado tiene que verificar que todos paguen impuestos. Pero eso
es lo que se debería estar pidiendo y no que se vayan los chinos de Colombia.
De los problemas más serios que tiene el país, aunque de éste poco se hable,
es la endogamia1. Somos los mismos, con los mismos, hablando de lo
mismo. Es difícil encontrar otro país en Latinoamérica más cerrado.”
Un país
imaginado. Por: Melba Escobar. (http://www.elespectador.com/opinion/un-pais-imaginado). “En días pasados, mientras Salud Hernández estaba
en manos del Eln, leí a alguien en redes sociales comentar que si la periodista
de origen español estaba secuestrada era porque “se lo había buscado”. Hemos
normalizado la inversión de las culpas hasta tal punto que encontramos natural
eximir al responsable y castigar a la víctima. Es una operación espontánea y
comúnmente aceptada: ¿Para qué se fue a meter por allá? ¿Para qué salió con un
tipo que no conocía? (como diría la abogada del caso de Rosa Elvira Cely) ¿Para
qué sacó el teléfono en el bus? ¿Quién lo mandó a tomar un taxi en la calle?
Acabamos por justificar la violencia.”
Y el
tercero, titulado Caos. Por José Fernando Isaza. No propiamente relacionado con
la hipocresía, pero sí cómo un hecho insignificante, como lanzar la piedra y
esconder la mano, puede generar una consecuencia no esperada, no deseada. (http://www.elespectador.com/opinion/caos) “Las teorías de caos y
catástrofes muestran que una pequeña variación de las condiciones iniciales de
un sistema pueden modificar su evolución en forma impredecible. Edward Lorenz,
uno de los creadores de esta teoría, expresa en la frase “el batir de las
alas de una mariposa en Hong Kong puede desencadenar una tormenta en New York”
el significado de la sensibilidad a las condiciones iniciales. Las leyendas
y la historia dan generosos ejemplos. La guerra de Troya se desencadena por
haber escogido, Paris, la belleza y el amor sobre la sabiduría y el poder.
Cervantes y Shakespeare se refieren a la leyenda de la pérdida del reino de
Ricardo III por la falta de un clavo de herradura. El herrero real no
tuvo tiempo de forjar el cuarto clavo para herrar el caballo del rey. En la
batalla de Bostworth (1485), Ricardo III se enfrenta al conde de Richmond; en
medio de esta, por la falta del clavo, el caballo pierde la herradura, se
tropieza y cae; el rey pronto estará rodeado de enemigos y suplica ¡Mi reino
por un caballo! Nadie acepta el canje. Por un clavo se perdió un reino.”
Esos somos los
colombianos, no tenemos nada contra el prójimo, pero si la va mejor a él que a
uno, ‘se le sale lo indio’ sin
argumentación, solo grito y victimización, con eso basta. Pero de la misma
manera al prójimo pobreteado le tenemos lástima y mientras podamos mostrar
nuestra solidaridad, pero recordándole –echándole
en la cara, me recuerdan sin eufemismo- que con ello sigue pobreteado y es
gracias a nuestra amable y desinteresada ayuda que puede superar la situación. “Detrás de toda buena obra, siempre hay un
interés mezquino”, aprendí.
Somos sectarios y a
la vez selectivos. Para un partido de fútbol en que juegue Colombia, todos
somos colombianos, a pesar de los desmanes que le prosigan por la derrota o por
la victoria. ‘No tengo nada contra el
ciudadano chino’, pero no lo quiero aquí, es lo que callan (callamos). Y lo
mejor de los colombianos, siempre hay los que dicen sí, los que dicen no, y no
gracias a argumentos sino a argucias, sino porque sí, porque fue lo primero que
leí en el ‘feis’.
Y sinceramente por
hoy, no sigo. Ya me cansé de los colombianos, ya me mamaron lo versátiles que
somos y cómo nos las jugamos según conveniencia. “Te lo digo con toda humildad”, “es que tienes que ceder, si quieres que
yo ceda!”. Seguramente de la misma ralea son peruanos y ecuatorianos,
brasileños y argentinos, europeos y asiáticos, en una palabra, toda la raza
humana y por eso, sigo pensando que “entre
más conozco a los hombres, más amo a mi perro” (aunque ya ni eso tengo!). Y
sí, la amargura es la que afecta mi hígado, ya desahogué parte de la rabia “usté se lo buscó, quién lo llamó de
rendentor”. Aunque la rabia también puede cambiar la historia!
“Uno nunca puede saber lo que piensa otro ser humano,
incluso cuando ha compartido la misma cama y la misma vida.”
(MIKA
WALTARI. Sinuhé el Egipcio)
D.R.A.
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