viernes, 17 de junio de 2016

PREGUNTAS INCONCLUSAS


Cada letra es un mundo, cada palabra,
su universo.
Eliette Abécassis. Qumrám

Leyendo noticias me asaltaron unas preguntas que siempre han quedado inconclusas en mi mente, tal vez al no saberlas formular, tal vez porque nadie quiere oírlas, cuyas respuestas contradictoriamente todos conocen, pero nadie quiere admitir, nadie quiere oír o son totalmente improcedentes para oídos que se consideran impúdicos.

Uno.

Transmilenio y el SITP en quiebra. Cómo es posible? Acaso no es ahora un monopolio? Los dueños de los buses y empresas toda la vida se quejaron, pero era tan buen negocio, que nadie se quería salir de él, a pesar de ser mal negocio, según ellos. Al igual que antaño, el mantenimiento es casi nulo y sólo se da cuando ya no da más el pobre bus y sus sufridos pacientes, los usuarios. Pero económicamente no es viable, dicen. Y de ese monopolio, quien lleva la peor carga –porque hasta debe pagar las losas, de Peñalosa, es el Distrito, es decir, nosotros, según el ‘mal negocio’ que hicieron-. Me sigo preguntando si es tan mal negocio, qué hacen como socios?

Dos.

En los últimos años, por cuestiones y como reflejo de las cirugías estéticas femeninas, las masculinas se han incrementado. El efecto Adonis se ha trasladado al otro sexo, a los otros, por la proliferación e ‘inclusión’ que ahora se da. –Vaya palabreja, me oigo decir.- Y se incrementó la de pene. -Quién se lo hubiera imaginado! Me oigo decir nuevamente-. Al parecer, ahí sí respeto el sentimiento de cada cual, el vérselo muy pequeño o muy delgado, genera (generó, generará) problemas de aceptación. (En mi época de colegio y de adolescencia recuerdo cómo era la burla y cómo había que torearla! Pero había que cambiarse para gimnasia!). Mi pregunta es: y cuál es el tamaño y grosor aceptables? Quién lo determina? Sólo una habladuría ha generado el complejo de largor y grosor? O la pregunta es, cómo aceptarnos tal cual somos?

Tres.   

La calle del cartucho, luego exportada al Bronx, 12 años de existencia y hasta hoy nos escandalizamos, todos. El artículo que leí se titulaba, si mal no recuerdo, ‘Y la policía miraba para otro lado?’ Todos mirábamos para otro lado y negábamos su existencia –los últimos dos años laborales, los trabajé a escasas dos cuadras del Bronx y sólo hasta su resurrección me enteré que eran mis vecinos. Por su parte, mis vecinas directas sí las veía y fotografiaba cada día, en la seguridad que me daba la distancia de la ventana anónima-. Siempre nos escandalizamos a posteriori y cuando el hecho genera escándalo. –Ahora sí: uyyy qué cosa! Murmura una parte de mi mente-. Y concluyo, si somos nosotros tan invisibles, los otros, con mayor razón.

Cuatro.

Miro fotos de antaño, me miro hoy en el espejo. Con qué facilidad decimos del prójimo que es feo, creyéndonos mejores, pensando en que somos Apolo o Adonis, y hasta satisfaciendo nuestro anhelo de ser Narciso. ‘Ellas deben estar agradecidas de haber sido elegidas’ (o viceversa), lo decimos sin mirarnos en el espejo y aún viéndonos no logramos ser objetivos, ni aceptamos lo que vemos. Me miro al espejo y me digo, al menos tengo qué agradecer por la labia que mi Dios me dio, ya que no me castigó con belleza. Y vienen nuevamente los estereotipos, creados por…? Para…? Y lo irónico es que dos bellezas no se atraen, por el contrario, pareciera que las parejas se unen no por lo que les sobra sino por lo que les falta, el equilibrio. Y cuando veo estas ironías en la vida real, preguntándome si esa persona sufre por no estar al nivel del estereotipo, veo a otras y me digo: cada arepa tiene su tiesto! Para qué sufrir? Y acabo de leer un mensaje de los de face: “No critiques a tu mujer, si fuera perfecta se habría casado con otro”.

Cinco.

Renuncio a mis deseos y me someto a mi destino. ‘Cuál es tu deseo más íntimo y concéntrate en él’, dice Chopra en una de sus meditaciones. Cuál es mi deseo más íntimo? Quedé confundido. Aparecieron mil deseos íntimos y ante la imposibilidad de distinguir entre lo íntimo y lo superfluo, decidí someterme a mi destino. El debe saber qué es lo que ha de pasar, debe ser más responsable que yo, y lo mejor es dejar que sea con su propia tinta el que escriba la última palabra, porque yo no sé aún cuál es mi íntimo deseo, sin saber si el que es, es el que debe ser, con el deseo íntimo de saber, al último momento, si era realmente lo que deseaba o era simplemente lo que era y nada había qué hacer, sólo aceptar. Por eso pueden ser preguntas inconclusas. Me conformo con el deseo de ganar el Baloto!

Seis.


Soy un mar de contradicción, por eso advierto que nada de lo que diga puede usarse en mi contra y cualquier día puedo cambiar libremente de idea. Así me protejo de la maledicencia.


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