viernes, 10 de junio de 2016

UN RELAX


Es una verdad grande y sublime
que el hombre no comprenda la vida
más que durante los días de su vejez,
cuando la vida huye y no le ocurre ya nada.

Oriana Fallaci. Un hombre.


Cuántos pasos dados, cuántos caminos pisados, cuántos por hábito, cuántos por necesidad.

 

Los que han valido la pena, los obligados, los desesperados, los anhelados, los desobligantes, los asimilados.

 

Todos los pasos nos dieron personalidad, nos la forjaron y también la desvirtuaron en algunas oportunidades; nos obligaron ser, nos obligaron a serlo.

 

Pasos de ayer.

 

Los de hoy, ya despaciosos, desorientados a veces, en otras temerosos, por fuerza de la rutina, a fuerza de esperanza, de la que no llega.

 

La mayoría irrelevantes ya, sin sentido otros. Rutinarios o vergonzantes, al verse señalados por pasos jóvenes que a su paso pasan.

 

Pasos y caminos casi todos inconscientes, inconsistentes, irremediables, pero sorprendentes también.

 

Y pensar que todo inició con el primer paso, el que no se quería dar, por miedo de ser precisamente el primero, y luego, no querer parar, para que no fuera el último, pero había que parar, para el momento en que nuevamente era necesario un primer paso para dar.

 

 

 

Leí otra columna de Fernando Araújo Vélez, (Si volviéramos. http://www.elespectador.com/opinion/si-volvieramos), quien tiene la capacidad de inspirarme. He de reconocer que siempre le rehuí, por aquello de apellido y procedencia, por la mala costumbre de prejuzgar, pero desde que le conocí cada semana espero su escrito dominical (“Como pasa la mayoría de las veces, rechazamos las ideas de otros a la primera pero, al cabo del tiempo, si eres un poco auto-crítico, te das cuenta que tienes que escuchar... -Hunter, James. La Paradoja-.”  Me inspiró Araújo, e igualmente  el recuerdo de un escrito de Ángela Botero, 'Calles'. 



La más larga caminata comienza con un paso.

Proverbio hindú. 

Foto: JHB (D.R.A.)

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