lunes, 19 de septiembre de 2016

DICOTOMÍAS



Oriana Fallaci. Un Hombre

Morgan Freeman. Historia de Dios. Para mi gusto, debería llamarse en búsqueda de Dios.

Se trata de un tema interesante, no apto para jóvenes, porque ellos se creen inmortales, tal como nos sentimos nosotros en su momento. Tampoco apto para viejos que se creen inmortales y se niegan a pensar en el tema. Queda advertido!

Tal búsqueda debería iniciarse para todos aquellos en que la inmortalidad se aproxima, si encuentran a Dios y a la promesa de que existe una vida eterna, más allá de los confines terráqueos. Para aquellos que ya somos conscientes de que se aproxima el fin, o al menos estamos más cerca que los otros jóvenes, y nos lleva a preguntarnos qué pasará cuando llegue el momento.

De esa manera surge la esperanza, de que valió la pena, que vale la pena continuar con lo que falta. Esperanza traidora? Imprudente? Impúdica?

Pero se mantiene la pregunta: Al terminar el camino qué? Se cumplirá la promesa divina (al menos nos dijeron que era divina, en ambos sentidos de la palabra, por alguien que seguro no vio a Dios, pero dijo que tuvo sus conversaciones íntimas)? Y cuál divinidad lo prometió? Cómo saber que hay divinidad?

Y surgen todas las religiones (a propósito, alguien llevará la cuenta de cuántas hay, cuántos dioses existen, el ateísmo es una religión? Para que sea incluida como tal), todas con la promesa, con similar promesa, con semejante promesa, aunque ninguna asegura la verdad –aunque así lo asientan- y todas remiten, como respuesta final, a la fe, que se acompaña con la esperanza, como si fueran gemelas.

Somos malos inherentes? Es decir que somos malos por naturaleza? Una pregunta que se hace Freeman en un capítulo sobre la maldad y su sinónimo, el diablo. Para este efecto se hace un experimento con niños, aparentemente alejados de tal concepto, y sobre la posibilidad de hacer trampa para ganar un premio –consistía en atinar con una pelota a una diana, tirándola de espaldas, sin ningún tipo de vigilancia, salvo una cámara que ellos desconocían-. La gran mayoría de niños (menores de 6 años?) se rajó, de cualquier manera trataron de hacer trampa, al saber que no eran vigilados. Si mal no recuerdo, se hizo el mismo experimento pero sin la promesa de premio, al parecer la mayoría acertó en bondad. Naturalmente no lo dijeron en el programa pero lo intuyo, sin ser ningún tipo de sabedor, pero ese malo por naturaleza, Caínes por naturaleza, no lo creo mucho y me apoyo en que desde niños los padres, familias y prójimo generalmente influyen en el comportamiento, recordemos nada más el aquél No sea pendejo, mijo; no se deje, mire que yo no me dejaba de nadie; tiene que ganar como sea y el fatal no me defraude, son frases que se graban (no resulta exculpatorio, en mi caso, pues mi papá siempre omitió alusiones a ese tipo, siempre nos enseñó a hacer la fila, a respetar el turno, aún a nuestro pesar, pero el hombre cumplió con lo que fue su propia vida).

Y si hay que echarle la culpa a alguien, los padres a sus antecesores y así para atrás, sea que se llegue a ramas europeas, que de allí se originaron gran parte de los males de la naturaleza.

Entonces, somos malos genéticamente (mala leches?), adquiridos los malos hábitos? por naturaleza? por programación celestial o zodiaco? por destino? Me pregunto y he de concluir que por todas, por ninguna, por algunas y hasta por dosificación tenemos nuestra parte de maldad en diferentes grados, en diferentes inclinaciones.

Me podría considerar bueno por naturaleza y con Rousseau afirmar que la sociedad me corrompió y en buen grado es así, pero omitamos la última afirmación. Pero esa dualidad existente en el ser humano –bueno malo, negro blanco, santo y demonio- habita en nosotros y, como dije, en diferente grado, bajo la misma persona, pero según genio y figura. Digamos que por regla general aceptamos solo el bien y de esa misma manera hacemos bien. Sin embargo, en situaciones de ira e intenso dolor (o cuando a uno le sacan la puta piedra, en términos más sencillos), ese ser bondadoso puede matar y comer del cadáver, puede volverse asesino de un momento a otro.  De igual manera se han visto gestos de bondad en seres que viven en medio y con la maldad, supongo que Hitler se debió demostrar humanamente bueno en más de una oportunidad, así se le ve cuando acaricia a los hijos de Himmler, Goebbels, Goering, si han visto las filmaciones que quedaron de la época.

Y todo ésto a dónde va? No tengo ni idea, fue un ejercicio que me resultó como consecuencia de Freeman que en su vejez le dio por empezar a pensar, como yo, en si  perdió el tiempo en este mundo o si hay una recompensa en el más allá que haga que el sufrimiento de esta tierra haya valido la pena.

Dualidades que están por resolver, como una promesa (incierta, por demás) del premio en el más allá –lo que nos haría entonces los niños malos y tramposos?-, con tanta trampa como la misma iglesia, que promete la vida eterna a cambio de un óbolo!

Preguntas sin respuestas, preguntas impertinentes, preguntas inoportunas, preguntas que hacen sonrojar.

Y sin proponérmelo me encontré, de casualidad, las siguientes frases:

La muerte no termina todo. Sexto Proercio.
Los seres humanos no podrían soportar una vida carente de sentido. C. Jung.
Si Dios no existe, todo está permitido. F. Dostoievski.
                   

                   No se puede hacer negocios con Dios. Bhakti Rakiaka (y me preguntaba si era por mal negociante o por tramposo?)

Foto: JHB (D.R.A.)



No hay comentarios.:

Publicar un comentario