Hola soledad
no me extraña tu presencia
casi siempre estás conmigo,
no me extraña tu presencia
casi siempre estás conmigo,
te saluda un viejo amigo
que te encuentres uno mas[1]
que te encuentres uno mas[1]
Pensé en la soledad, en esa soledad de quedar así
en este mundo: solo en el mundo. No nos sentimos solos mientras sintamos que
tenemos una familia –aún a pesar de la familia-. Pensé en el hijo único cuando
ya no tenga padres, cuando los tíos no estén o estén tan perdidos como los
primos, difusos en la misma palabra.
Traté de imaginarme esa soledad que siendo ajena,
podría ser dolorosa si se pensara en familia, inexistente en un momento dado. Y
a la vez, sin progenie, sin saber qué puede esperarles.
Tristes pensamientos que es mejor mandar callar,
acallar y ocultarlos en el zaguán, echarles tierra y enterrarlos, mejor no
llamar al infortunio. Los cielos son sordos, pero de pronto terminan oyendo y,
en eso sí, el castigo divino llega gracias al principio de la atracción, lo que
me lleva a pensar por qué diablos lo malo llega como caído del cielo, mientras
lo bueno, esperando se queda!
Pensé en que todos siempre estamos acompañados
porque se tiene familia o se hizo familia, con la que poco se compartía, a la
que no se conocía. Ni en presente ni en pasado. En futuro ya será cosa de conocer
la historia de cada cual, a pesar de que jamás se tendrá la historia completa
de cada quien, porque cada quien cuenta su historia, su versión y guarda sus
secretos, sus misterios. Ni aún uno conoce su propia historia completa, por la
tergiversación, por la conveniencia, por el pudor, por la vergüenza.
Por eso somos seres solitarios que pretendemos
compañía.
Y eso me lleva a la otra cara de la moneda. La
soledad bien entendida, la que tiene clase, la inspiradora, la compatible con
uno mismo. La que no avergüenza, la que no tergiversa, la que vanagloria, la
que armoniza con el pensamiento.
Esa soledad que se disfruta con un buen libro,
música, aficiones, pasatiempos, entretenimientos, el goce de la individualidad,
el no tener que rendir explicaciones a nadie por nada, el placer por el placer,
el goce de los sentidos.
El placer de estar solo, aún en compañía, pero
gozando de esa individualidad que solo se soporta a uno mismo, por ser uno, no
otro. El placer de pasar el tiempo con uno mismo, ocupado en uno mismo,
pensando pensamientos, como inteligentemente respondió alguna vez una sobrina.
Ah la Cata!
Y para concluir, cómo una palabra tiene dos acepciones tan contradictorias.
“La soledad
tiene suaves, sedosas manos, pero sus fuertes dedos oprimen el corazón y le
hacen gemir de tristeza. La soledad es el aliado de la tristeza y el compañero
de la exaltación espiritual.[2]”
Todo es tan relativo!
Foto: JHB (D.R.A.)
[1] Si quiere oírla
en versión de Rolando Laserie: https://www.youtube.com/watch?v=UPpoAgXz4KY. Como ejercicio
puede oírla mientras lee este blog, de pronto compaginan!
[2] Gibran Jalil
Gibran. Arena y espuma.
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