Los que
combaten el Proceso de Paz con las FARC, que es lo mismo que
combatir la
paz finalmente pactada con ella,
muestran una
tenacidad digna de mejor causa.
Saben que
sembrar dudas es más fácil que despejarlas.
Que toda
suposición en contra del Acuerdo cabe dentro de lo posible.
Jesús Pérez González-Rubio
http://www.semana.com/opinion/articulo/jesus-perez-gonzalez-rubio-sembrar-dudas-es-mas-facil-que-despejarlas/492032
Espero no terminar de escribir sobre el tema, tan largo
como el mismo acuerdo ni tan aburridor como el mismo. De allí que he de
sintetizar mi pensamiento y agotarlo en este blog, porque como decían las
abuelas: bueno es culantro.
Pasé al resumen de los seis puntos del acuerdo. Parola,
parola, parola, tan solo palabras… (si parodio a Gigliola), promesas que
contienen la esperanza de cumplimiento, por dos partes… dejo mejor el veneno y
prosigo, aunque concuerdo con Pérez, toda suposición en contra –y a favor del
acuerdo, agrego yo- caben dentro de lo posible.
Comencé con el punto agrario, a los tres renglones la
lectura ya me había aburrido. Aclaro por si no se han dado cuenta, mi interés
no es de político, de historiador, de investigador, ni nada parecido,
simplemente de colombiano, común y corriente, invisible como todos los demás. Y
tranquilos, no pasa nada si no se leen el acuerdo, personalmente es lo más
aburrido que hay, es como leerse la gaceta del congreso, como leí por ahí, aunque aludía a un código.
El
eterno discurso de la reforma agraria de todos los tiempos, baste que miren los
documentos desde esas épocas y siempre el mismo blablablá y desde 1936, pasando
por 1968 (puntos constitucionales claves para las llamadas reformas agrarias) y
no ha pasado mayor cosa. El mismo discurso, ningún actuar, de pronto alguna
timidez de proyecto y todo igual, los grandes más grandes, los pobres,
invisiblemente más pobres. La historia no ha cambiado.
Y en entrelíneas leo “Se hará especial énfasis en las poblaciones más
vulnerables así como en la población campesina, en las mujeres, las comunidades
indígenas y afrodescendientes y la población LGBTI. Estas campañas incorporarán
en sus contenidos valores que combaten el sexismo y las múltiples formas de
discriminación, incluidas aquellas en razón del género y la orientación sexual
y la identidad de género diversa.”
En lo que a mí concierne, estoy mamado con la pendejada esa de niños y
niñas, jóvenes y jóvenas, mujeres rurales y mujeres campesinas –cuál la
diferencia?-, Lgyonoséquécosas. Para mí, repito, toda esa palabrería es
básicamente eso, palabrería que lleva a la discriminación. Colombianos,
supongo, somos todos, mujeres y hombres, blancos, negros, rojos y amarillos,
pobres y ricos y la ley y la justicia, equidad y demás carreta, debe aplicarse
por igual a todos los que se consideren colombianos y lo único que hay que
predicar simplemente es el respeto, independiente de sexo, color, condición,
que es el espíritu final de la condición humana, o de la constitución si lo
prefieren. He dicho!
Y como de antemano sabía que no me iba a leer el mamotreto ese del
acuerdo, por razones que ya he expuesto y porque me tiene sin cuidado lo que
piensen de mí, como razón exculpante, como buen colombiano que soy, me encontré
con las siguientes excusas que me habilitan para pasarlo por alto, de personas
a quienes respeto por su opinión:
“Suscribo el sensato
consejo que da Héctor Riveros en La
Silla Vacía: no lean el acuerdo, por favor. Los va a enredar. No es
necesario leer una por una (yo he leído unas cuantas) esas fatigosas 297
páginas de una verborreica prosa jurídico-político-técnico-incluyente (“todos y
todas” a cada frase). ¿Quién necesita, y para qué, leerse entero y línea a
línea el Código de lo Contencioso Administrativo? Porque el fondo del acuerdo
es muy sencillo: que se acaban las Farc como organización armada a cambio de
que las dejen hacer política sin armas.” Antonio Caballero. http://www.semana.com/opinion/articulo/antonio-caballero-las-farc-sin-la-a/492241#
“Para no comer cuento. En un país que no lee es fácil pronosticar que muy pocos leerán las casi
300 páginas de los acuerdos de La Habana, que son importantísimas pero
farragosas y fatigantes. Ni siquiera creo que la mayoría lea los útiles
resúmenes. La gente prefiere formarse una opinión con el mínimo
esfuerzo, bien a partir de lo que oye en los medios o del rumor callejero, de
lo que “se anda diciendo”. … Muchas veces se
trata de simple ligereza, que no es ni mucho menos un pecado venial. El mundo
va de prisa, no se lee bien o se lee al sesgo, no hay tiempo para la reflexión
ni para la investigación. El rigor es lo de menos. Pero otras veces lo que se
impone es el prejuicio o la “mala leche”, la tergiversación deliberada o la
mentira.” Piedad Bonnett. Para no comer
cuento.
Como
futurólogo o colombiano si lo prefieren es igual, porque somos expertos en
hablar más de la cuenta sin soporte alguno, pero con suficiente maledicencia y
veneno, nada garantiza el futuro de la paz, el año entrante estaremos eligiendo
otro presidente que puede o no ponerle voluntad a lo acordado, porque bien
fácil he aprendido que basta con decir ahhh! quería hacerlo, pero no hay plata…
Y quién garantiza que el ELN coja fuerza con todos esos guerrilleros de las
FARC que no querrán el salario inicial que le dará el gobierno y cambien de
bando, permaneciendo en el bando de la guerrilla que queda? Y cuántos de ellos
que no tienen arte o profesión van a terminar de hampones, porque se
acostumbraron a tener dinero fácil? Y si no entregan todas las armas sino que las
esconde por ahí por si acaso? Pensé que los guerrilleros odiaban todo lo
colonialista, imperialista y gringo incorporado, pero el acuerdo parece
documento jurídico hecho por abogados gringos –con todas las salidas invisibles
para permear o no el acuerdo- y el eterno uso que ahora se suele usar de siglas
porque si les digo que el PNIS es al PDET, como el RRI es al APP, nadie
entenderá, pero es que se oye tan bonito, tan gringo y si es gringo…
efectivamente, a mí lo gringo me saca la malaleche, porque se creen más y ni
siquiera lo son… pero eso no es tema de acá.
Todas esas
cosas malas y muchas más, pero todas ellas previsibles, me han pasado por la
cabeza y me han hecho pensar en qué sentido debo votar? Por principio no
votaría o votaría en blanco, pero el segundo no vale, lo que me lleva a votar
nulo, para que lo anulen, pero tampoco. No votar… también es opción.
Pero y qué tal que funcione la
paz? Qué derecho tengo yo a oponerme? A hacerle la zancadilla a los demás, solo
por mi mala leche?
Me cuesta mucho trabajo entender a
quienes, ejerciendo su derecho como corresponde, se oponen a los acuerdos de La
Habana. La verdad, prefiero a las Farc politiqueando que disparando. Felipe Zuleta Lleras. http://www.elespectador.com/opinion/sonar-se-vale
Podría
pensar que “Soy simplemente un payaso y
colecciono momentos” (Heinrich Böll, citado por Fernando Araújo), podría
ser!
Es cierto que el documento está contenido de una serie de mentiras, de
mentiras a medias, de verdades a medias, que quieren las partes pensar que son
sus verdades y quieren hacerlas verdades, mentiras del gobierno, mentiras de
las FARC, es una negociación entre malpensantes y desconfiados mutuos, pero así
se firmó. Esto me lleva nuevamente a Araújo: “No sé a usted, pero a mí me salvaron sus mentiras, pues por esas
mentiras supe gran parte de sus verdades.” (Fernando Araújo. http://www.elespectador.com/opinion/caer-romper-y-salvarse)
Y este punto lo
puedo resumir así –naturalmente con palabras ajenas-:
Héctor Abad escribe “Tolerar a los
intolerantes” y entrelíneas leo hasta dónde tolerar a los unos y a los otros,
cuando el uno se convierte en el otro? La paz ha dado para esto.
Y eso me lleva a pensar:
Porque
efectivamente:
Y por eso por último me pregunto, y si el experimento
resulta? O dicho en otras palabras, ajenas, creo que de Antanas, y qué tal que
funcione? O como han dicho otros más, qué perdemos votando con el sí?
Conclusión:
Nos pusimos a jugar con la pirinola y nos salió todos ponen, menos las FARC, porque si ven cada punto, el gobierno
se comprometió, se comprometió y se comprometió, en nombre de todos y pone
todo, y las FARC hicieron su menor esfuerzo de poner. Visto desde el punto de
costo beneficio, la paz nos favorece. Esta es una de las oportunidades en la que
el que gana pierde (Maturana no estaba loco cuando lo dijo) y si a largo plazo
perder es ganar, nos tocó comernos este y muchos sapos más.
Y
con todo, para culminar, sí creo que no tengo derecho a decidir con el voto por
todos aquellos que realmente sufrieron la guerra, el menor gesto que puedo
hacer es votando por el sí de los sufridos, de quienes pusieron los muertos, de
los que fueron desangrados, creo que es lo mínimo que puedo hacer por ellos,
otra cosa diferente sería una irresponsabilidad y al menos se los debo a ellos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario