viernes, 9 de septiembre de 2016

PAZ (III)


Los que combaten el Proceso de Paz con las FARC, que es lo mismo que
combatir la paz finalmente pactada con ella,
muestran una tenacidad digna de mejor causa.
Saben que sembrar dudas es más fácil que despejarlas.
Que toda suposición en contra del Acuerdo cabe dentro de lo posible. 

 

Jesús Pérez González-Rubio

http://www.semana.com/opinion/articulo/jesus-perez-gonzalez-rubio-sembrar-dudas-es-mas-facil-que-despejarlas/492032


            Espero no terminar de escribir sobre el tema, tan largo como el mismo acuerdo ni tan aburridor como el mismo. De allí que he de sintetizar mi pensamiento y agotarlo en este blog, porque como decían las abuelas: bueno es culantro.

            Pasé al resumen de los seis puntos del acuerdo. Parola, parola, parola, tan solo palabras… (si parodio a Gigliola), promesas que contienen la esperanza de cumplimiento, por dos partes… dejo mejor el veneno y prosigo, aunque concuerdo con Pérez, toda suposición en contra –y a favor del acuerdo, agrego yo- caben dentro de lo posible.

            Comencé con el punto agrario, a los tres renglones la lectura ya me había aburrido. Aclaro por si no se han dado cuenta, mi interés no es de político, de historiador, de investigador, ni nada parecido, simplemente de colombiano, común y corriente, invisible como todos los demás. Y tranquilos, no pasa nada si no se leen el acuerdo, personalmente es lo más aburrido que hay, es como leerse la gaceta del congreso, como leí por ahí, aunque aludía a un código.

El eterno discurso de la reforma agraria de todos los tiempos, baste que miren los documentos desde esas épocas y siempre el mismo blablablá y desde 1936, pasando por 1968 (puntos constitucionales claves para las llamadas reformas agrarias) y no ha pasado mayor cosa. El mismo discurso, ningún actuar, de pronto alguna timidez de proyecto y todo igual, los grandes más grandes, los pobres, invisiblemente más pobres. La historia no ha cambiado.

            Y en entrelíneas leo “Se hará especial énfasis en las poblaciones más vulnerables así como en la población campesina, en las mujeres, las comunidades indígenas y afrodescendientes y la población LGBTI. Estas campañas incorporarán en sus contenidos valores que combaten el sexismo y las múltiples formas de discriminación, incluidas aquellas en razón del género y la orientación sexual y la identidad de género diversa.”

En lo que a mí concierne, estoy mamado con la pendejada esa de niños y niñas, jóvenes y jóvenas, mujeres rurales y mujeres campesinas –cuál la diferencia?-, Lgyonoséquécosas. Para mí, repito, toda esa palabrería es básicamente eso, palabrería que lleva a la discriminación. Colombianos, supongo, somos todos, mujeres y hombres, blancos, negros, rojos y amarillos, pobres y ricos y la ley y la justicia, equidad y demás carreta, debe aplicarse por igual a todos los que se consideren colombianos y lo único que hay que predicar simplemente es el respeto, independiente de sexo, color, condición, que es el espíritu final de la condición humana, o de la constitución si lo prefieren. He dicho!

Y como de antemano sabía que no me iba a leer el mamotreto ese del acuerdo, por razones que ya he expuesto y porque me tiene sin cuidado lo que piensen de mí, como razón exculpante, como buen colombiano que soy, me encontré con las siguientes excusas que me habilitan para pasarlo por alto, de personas a quienes respeto por su opinión:

“Suscribo el sensato consejo que da Héctor Riveros en La Silla Vacía: no lean el acuerdo, por favor. Los va a enredar. No es necesario leer una por una (yo he leído unas cuantas) esas fatigosas 297 páginas de una verborreica prosa jurídico-político-técnico-incluyente (“todos y todas” a cada frase). ¿Quién necesita, y para qué, leerse entero y línea a línea el Código de lo Contencioso Administrativo? Porque el fondo del acuerdo es muy sencillo: que se acaban las Farc como organización armada a cambio de que las dejen hacer política sin armas.” Antonio Caballero. http://www.semana.com/opinion/articulo/antonio-caballero-las-farc-sin-la-a/492241#

 

“Para no comer cuento. En un país que no lee es fácil pronosticar que muy pocos leerán las casi 300 páginas de los acuerdos de La Habana, que son importantísimas pero farragosas y fatigantes. Ni siquiera creo que la mayoría lea los útiles resúmenes. La gente prefiere formarse una opinión con el mínimo esfuerzo, bien a partir de lo que oye en los medios o del rumor callejero, de lo que “se anda diciendo”. … Muchas veces se trata de simple ligereza, que no es ni mucho menos un pecado venial. El mundo va de prisa, no se lee bien o se lee al sesgo, no hay tiempo para la reflexión ni para la investigación. El rigor es lo de menos. Pero otras veces lo que se impone es el prejuicio o la “mala leche”, la tergiversación deliberada o la mentira.”  Piedad Bonnett. Para no comer cuento.


Como futurólogo o colombiano si lo prefieren es igual, porque somos expertos en hablar más de la cuenta sin soporte alguno, pero con suficiente maledicencia y veneno, nada garantiza el futuro de la paz, el año entrante estaremos eligiendo otro presidente que puede o no ponerle voluntad a lo acordado, porque bien fácil he aprendido que basta con decir ahhh! quería hacerlo, pero no hay plata… Y quién garantiza que el ELN coja fuerza con todos esos guerrilleros de las FARC que no querrán el salario inicial que le dará el gobierno y cambien de bando, permaneciendo en el bando de la guerrilla que queda? Y cuántos de ellos que no tienen arte o profesión van a terminar de hampones, porque se acostumbraron a tener dinero fácil? Y si no entregan todas las armas sino que las esconde por ahí por si acaso? Pensé que los guerrilleros odiaban todo lo colonialista, imperialista y gringo incorporado, pero el acuerdo parece documento jurídico hecho por abogados gringos –con todas las salidas invisibles para permear o no el acuerdo- y el eterno uso que ahora se suele usar de siglas porque si les digo que el PNIS es al PDET, como el RRI es al APP, nadie entenderá, pero es que se oye tan bonito, tan gringo y si es gringo… efectivamente, a mí lo gringo me saca la malaleche, porque se creen más y ni siquiera lo son… pero eso no es tema de acá.

Todas esas cosas malas y muchas más, pero todas ellas previsibles, me han pasado por la cabeza y me han hecho pensar en qué sentido debo votar? Por principio no votaría o votaría en blanco, pero el segundo no vale, lo que me lleva a votar nulo, para que lo anulen, pero tampoco. No votar… también es opción.

Pero y qué tal que funcione la paz? Qué derecho tengo yo a oponerme? A hacerle la zancadilla a los demás, solo por mi mala leche?

Me cuesta mucho trabajo entender a quienes, ejerciendo su derecho como corresponde, se oponen a los acuerdos de La Habana. La verdad, prefiero a las Farc politiqueando que disparando. Felipe Zuleta Lleras. http://www.elespectador.com/opinion/sonar-se-vale

Podría pensar que “Soy simplemente un payaso y colecciono momentos” (Heinrich Böll, citado por Fernando Araújo), podría ser!

Es cierto que el documento está contenido de una serie de mentiras, de mentiras a medias, de verdades a medias, que quieren las partes pensar que son sus verdades y quieren hacerlas verdades, mentiras del gobierno, mentiras de las FARC, es una negociación entre malpensantes y desconfiados mutuos, pero así se firmó. Esto me lleva nuevamente a Araújo: “No sé a usted, pero a mí me salvaron sus mentiras, pues por esas mentiras supe gran parte de sus verdades.” (Fernando Araújo. http://www.elespectador.com/opinion/caer-romper-y-salvarse)

 

Y este punto lo puedo resumir así –naturalmente con palabras ajenas-:

 

 

Héctor Abad escribe “Tolerar a los intolerantes” y entrelíneas leo hasta dónde tolerar a los unos y a los otros, cuando el uno se convierte en el otro? La paz ha dado para esto.

 

 Y eso me lleva a pensar:

 

 

 

Porque efectivamente:

 

 

            Y por eso por último me pregunto, y si el experimento resulta? O dicho en otras palabras, ajenas, creo que de Antanas, y qué tal que funcione? O como han dicho otros más, qué perdemos votando con el sí?

Conclusión: Nos pusimos a jugar con la pirinola y nos salió todos ponen, menos las FARC, porque si ven cada punto, el gobierno se comprometió, se comprometió y se comprometió, en nombre de todos y pone todo, y las FARC hicieron su menor esfuerzo de poner. Visto desde el punto de costo beneficio, la paz nos favorece. Esta es una de las oportunidades en la que el que gana pierde (Maturana no estaba loco cuando lo dijo) y si a largo plazo perder es ganar, nos tocó comernos este y muchos sapos más.
 
Y con todo, para culminar, sí creo que no tengo derecho a decidir con el voto por todos aquellos que realmente sufrieron la guerra, el menor gesto que puedo hacer es votando por el sí de los sufridos, de quienes pusieron los muertos, de los que fueron desangrados, creo que es lo mínimo que puedo hacer por ellos, otra cosa diferente sería una irresponsabilidad y al menos se los debo a ellos.




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