Leí en un artículo de prensa: Un
ingeniero experto en el tema e inmerso en el proceso, que pidió no ser
citado por encontrarse sometido a una cláusula de confidencialidad, le
explicó a El Espectador(1) (…) más adelante señaló: Este
medio consultó a varios ingenieros cercanos al proceso, a otros que se destacan
por su conocimiento en las características de la vía al Llano y a académicos
menos cercanos a la situación, pero con experiencia en hidrología y geología. La
mayoría no quiso referirse al tema abiertamente.
Me llevó a pensar en los gringos,
gracias a cuyos esfuerzos la ética se ha ido corriendo a otros límites
–parangonando a la frase de Piedad Bonnet (2)-, que ha
puesto tan de moda aquellas frases presidenciales y de alta gerencia de que esta conversación nunca la tuvimos o si me compromete no me lo diga y
similares a semejantes raleas.
Si uno firma un acuerdo de
confidencialidad es para respetarlo, salvo que colinde en los límites de lo
ilegal, y no da pie para que anónimamente pueda irrespetarse, aduciendo que la
confidencialidad se sigue respetando si se dice muy pasito o si se le cuenta a
un periodista, en que prima naturalmente el chisme y oculta la fuente para
poner el veneno de la noticia y que es regla institucionalizada que el
periodista está autorizado para acceder a todo, sin limitaciones, por el
supuesto derecho a la noticia que se arrogaron unilateralmente.
Y eso me lleva a que en muchos
procesos judiciales, en donde hay reserva mientras no se inicien las
actuaciones públicas, por arte de magia los periodistas acceden a lo reservado,
con pelos y señales. Ese es otro motivo para no confiar en la justicia, porque
la reserva está limitada a que no se den cuenta que la suministraron. Y lo peor
es que no pasa nada cuando se viola.
Entonces en donde quedan las
promesas, las obligaciones? La otra palabra que se impuso es el extraoficialmente, que parece que
autoriza para decir lo que no se puede decir oficialmente, pero que resulta
exculpatoria. Demasiadas mañas de los gringos hemos aprendido.
En algún momento aprendí un
latinazgo: pacta sunt servanda (3),
lo firmado se respeta. Hoy, si me conviene, lo cumplo, pero la contraparte no
puede incumplir. Nada más pensar en gobiernos pasados en que si un tratado
internacional no les convenía –naturalmente a ellos, no al país-, simplemente
lo denunciaban y tranquilos con borrón y cuenta nueva, como al parecer se ha
impuesto a nivel internacional.
Toda esta letanía simplemente para
concluir en una pregunta –retórica, natualmente- de en dónde quedó mi palabra? La honradez es una gema con muchas caras, cuyo
brillo es diferente para cada uno de nosotros.(4)
La Biblia lo decía claramente, había que ser mansos como palomas pero astutos como serpientes. Ella era una serpiente.(5)
De Facebook. (6)
[2] Las barreras éticas se han venido corriendo.
[3] Pacta sunt servanda es
uno de los principios que preside la teoría general del contrato y que expresa
que los contratos vinculan a las partes. Los contratos son obligatorios, tienen
fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los
mismos (art. 1091 CC). Tomado de Google.
[4] Juan Gabriel Vásquez.
La forma de las ruinas.
[5] Mario Escobar -
El Papa Ario.