miércoles, 17 de julio de 2019

SIGO OPINANDO SOBRE LAS REDES SOCIALES


     
Un buen artículo de Piedad Bonnet, Fabricar silencios (1), me hizo caer en una nueva reflexión sobre las redes sociales y menciona al escultor catalán Jaume Plensa dice, refiriéndose al estado actual del mundo: “Hay demasiada polución de mensajes. (…) Hay que reflexionar. En mi caso, la propuesta es el silencio. Porque nunca he querido gritar más que el que grita”. Igualmente dice que Ninguna época había estado más lejos del silencio. Lo que impera hoy es el grito, el ruido de la multitud. Basta con entrar a las aguas de internet gritando más fuerte que el otro para obtener la mirada colectiva, el like que se anhela, incluso el insulto, cualquier cosa que le ratifique al sujeto que él existe. Nunca antes el individuo corriente, el ciudadano común, había estado tan necesitado de atención, de validación del otro, de reconocimiento. Y razón que tiene. Agrega: Beatriz Sarlo, en su reciente libro La intimidad pública, denomina “famoso del montón” a aquel que, víctima de la compulsión narcisista del momento, se dedica a hacerse notar a toda costa. “El escándalo, dice la autora, es una de las formas de la notoriedad actual, una forma que no exige de sus protagonistas ni calidad ni logros, sino que sean suficientemente conocidos como para convertirse en personajes”.

Me pongo a pensar en cuánta notoriedad busca uno al replicar o publicar en redes sociales, cuánta aceptación se necesita de los demás. En mi caso, que publico el blog y las fotos que cada día tomo por la afición que del tema tengo, me hago la reflexión y me exculpo pensando que no se trata de narcicismo sino de una forma de dar a conocer mi opinión y mi capacidad de expresarme a través de la fotografía. No sé si son excusas para no encuadrarme dentro de lo que se critica, de lo que critico, pero poco importa, me gusta lo que hago, es mi explicación más convincente.

Pero bueno, en el citado artículo dice también: ¿Y cómo se hacen conocidos? De muchas formas. Puede ser empelotándose en Instagram o sumando su voz a la algarabía de cualquier debate o insultando a diestra y siniestra, ojalá con términos escatológicos. El rey de ese imperio es el trol, un engendro de estos tiempos que busca hacerse el importante jodiendo a otros. 

Y eso me lleva a contar como anécdota un encontrón que tuve en Facebook, en días pasados. Pues resulta que publicaron una foto de Botero, Mutis y García Márquez, tomada el siglo pasado, hacia los sesenta, creo. Y aparece un insultante, cuyo nombre no transcribo para no inmortalizarlo y comentó: Saque a Botero de ahí, que asco. No aguanté el insulto, sinceramente y cacé la pelea. Le dije: SI NO LE GUSTA NO COMENTE, PUES ASCO DA ES EL COMENTARIO, PUES NI SIQUIERA CONOCE NI SABE QUIÉN ES BOTERO. ESO SE LLAMA DECENCIA (En redes me gusta escribir en mayúscula, aclaro y son transcripciones textuales de lo escrito). Y contestó: el "concepto artístico" de Botero es pobre muy pobre y eso es darle mucho alago es simplemente un mercader retorcido de piezas que ni siquiera el mismo fabrica, muestra lo peor del arte colombiano. Y no me aguanté y repliqué: DE CASUALIDAD ES ARTISTA? SER CRITICO ES MUY FACIL. HA VISTO TRABAJAR A BOTERO, LE HA VISTO CON LA BATA Y LAS MANOS DANDO LE FORMA A SU TRABAJO? HA SENTIDO LO QUE HACE UN ARTISTA? EL CRITICO SOLO TIENE LA LENGUA SIN HABERSE ENSUCIADO LAS MANOS Y SOLO SOLTANDO EL VENENO POR SU BOCA. BASTABA CON QUE DIJERA QUE NO LE GUSTABA LA OBRA DE BOTERO Y PUNTO. A MI NO ME GUSTA PICASSO PERO POR ESO NO LO DESPRECIO. Y contestó: Picasso es un artista, no lo compare con Botero, eso es un insulto... y contraataqué: LA IGNORANCIA NO TIENE LIMITES... Y me respondió: concuerdo así como su fé ciega en ese asqueroso "artista". Y me dio papaya y le dije: LA IGNORANCIA NO TIENE LÍMITES, ASÍ COMO LA FE NO LLEVA TILDE! Y siguió en el juego, pero me rendí, ya no valía la pena seguir el juego desgastante. Alguien terció sabiamente: Señor  (n.n.) ... ¿Por favor nos hace una lista de lo que podemos publicar y no le ofende? Es que este es un espacio para la memoria con lo que hay disponible y no un espacio para la censura según los gustos de algunos... De todas maneras disculpe, es que en ese momento tampoco le preguntaron a usted si podían tomarse la foto para ser publicada muchos años después. El problema es que uno cae en el desgaste mental y emocional cuando trata con ese tipo de personajes que se encuentran en redes.

Conclusión, como cita la Bonnet: Según David Brooks en The New York Times, los estudios dicen que los troles “tienen puntajes altos en psicopatía, sadismo y narcisismo. Los medios en línea no los han vuelto despiadados; simplemente lo son. El internet les ha dado una plataforma para usar ese salvajismo en todo su esplendor”. Y para culminar, agrega: Pero resulta que el escándalo es, por naturaleza, efímero. En el torbellino de las redes hasta el más picante y sabroso de ellos está condenado a desdibujarse. Eso angustia al “famoso del montón”, que debe inventarse, rápidamente, otro motivo para perturbar a su público. Y este, ávido de acción, espera con las fauces abiertas a que le den su ración diaria. De esa droga se alimentan los unos y los otros, creando el griterío universal que conocemos.

            Con esa lección, me prometo cada día a no dejarme ganar de esos que buscan ser famosos dentro del montón, es igualarse al guache correspondiente. Naturalmente mis promesas son fluctuantes, según el estado de ánimo y la piedra que me generan. Amén.

Pero tampoco creo en el masoquismo de poner la otra mejilla. Si las ortigas me invaden, si la hiedra me asfixia, si un insecto me envenena, si un león me muerde, si un ser humano me ataca, lucho contra ellos. Acepto la guerra, hago la guerra(2).

Tomado de Facebook (3)


[2] Oriana Fallaci. La fuerza de la razón.
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