viernes, 5 de julio de 2019

LA RELATIVIDAD DEL TIEMPO EN COLOMBIA


            Ya te la mando. Un momentico no más. No me demoro. Cinco minuticos. Espere tantico. Esas son las referencias que se suelen usar en este país, no sé si en el resto del mundo. Y eso nada de mencionar a aquellas visitas de servicios públicos que le dicen a uno que queda programado y que esté pendiente porque lo van a enviar a lo largo del día, sin especificar ni siquiera de qué día, ni qué es largo.

            Nos hemos acostumbrado al incumplimiento de citas, de reuniones, de envíos. Y tampoco menciono cuando vamos a alguna vuelta y quien atiende nos dice que esperemos un momentico, mientras el revisa su chat!

            Ya es una maña nacional en el cual una palabra define, por sí misma, un lapso corto, pero que por efectos de interpretación el lapso se convierte en un indefinido más en la vida.

            No hace mucho estando en una carretera de la costa, no digo cuál para que no se sientan ofendidos los lugareños, como estaban reparando la vía principal había que esperar el paso en uno u otro sentido. Mientras esperábamos se acercó un vendedor al que le preguntamos cuánto podía demorar el paso. Naturalmente como buen costeño nos dijo que ajá, un momentico. Porque el ajá costeño es lo mismo que la cosiaca del interior, indefinidas indefiniciones. Cuando le preguntamos cuánto faltaba para llegar al siguiente pueblo, mirando hacia sus límites dijo alegremente festivo: Ya llegaste, están aquí no más. Lo que significó que nos faltaban cuarenta minutos sin pares. Visitado el pueblo, a su salida preguntamos cuánto duraba para llegar al otro y nos contestaron: ajá, si coges por ahí, unos diez minutos, que naturalmente fueron otros cuarenta, parece que lo calculó pensando que íbamos a trescientos por hora.

            Entonces los espacios de tiempo se trastocaron de números a palabras indefinidas de infinita extensión de tiempo y pasaron a un momentico, ahí na’más, adelantico no más, espere tantico, un momentico por favor y similares, aunque algunas conservaron la numeración sin perder la indefinición, como el famoso cinco minuticos no más. Aunque recuerdo, porque me contaron, claro está, que el tiempo en los moteles se miden por el rato y la tarifa está diseñada por el rato, aunque el rato dura una hora, después de eso creo que empezará a contarse un rato, dos ratos…

            Sigo preguntándome, apartándome de la relatividad einsteniana, qué pueden significar: Ya te la mando. Un momentico no más. No me demoro. Cinco minuticos. Espere tantico. A lo largo del día. Ahí no más. Y tal vez por ello el incumplimiento se debe a ello mismo, pues aplicar el cuarto de hora dependía de la urgencia o necesidad de la espera o de su anhelada huída, sin mencionar la trágica maña de la hora judicial que no era la hora a la que se citaba sino dentro de la misma hora y algo más, si dependía de las autoridades. Y eso que no mencioné las conversaciones de redes sociales: espéreme un minutico, ya voy llegando, hay un trancón, en dónde está?

            Son curiosidades de esta vida que aún no logro entender, me gusta ser puntual.

Cuando creía aprender a vivir, he aprendido a morir.(1)

Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)


(1) Leonardo da Vinci. La Biografía. Walter Isaacson

No hay comentarios.:

Publicar un comentario