lunes, 29 de julio de 2019

PÁGINAS


    
Leyendo a Italo Calvino (1) me dio una noción de lo que es escribir. Es llevar al lector por las sendas de una página en blanco, en donde van apareciendo, cual carretera, una serie de letras que unidas o desunidas van adquiriendo presencia, dando conciencia según la redacción. La simple lectura de esas palabras, medianamente bien definidas, conducen al lector al abandono de la lectura o al abandono de lo leído, según se le antoje.

            El desarrollo y la unión de esas palabras formadas en torno y encuadrada a una cuartilla de hoja -física o electrónica-, resultan decisivas para la continuación de la lectura. Dejarse perder en algún momento resulta peligroso, porque el final puede quedar al final sin ser leído, por aburrimiento, por inanición, por descuido, por la falta de un desarrollo. Por eso hay que tener cuidado con lo que se escribe, dicen que la lengua filosa es venenosa. Las palabras semejantes igualmente lo son.

            Lo curioso del escribir es que previamente han pasado por un cedazo poco responsable, el pensamiento. Muchas otras veces el pensamiento va haciendo su dictado para ser copiado, como ahora mismo, sin previo aviso, pero eso sí, siempre antecediendo al teclado, porque ya no es mucho lo que se escribe a mano, parece ya pasado de moda, es cuestión de comodidad, de agilidad y de que letra y pensamiento queden claros al estar siendo plasmados. La letra escrita a mano, de acuerdo a la agilidad y destreza, con el tiempo se va perdiendo y terminan unos escritos de letra médica que ni el mismo escritor reconoce ni logra traducir, por lo ininteligible. Por eso es mejor la letra mecánica, aún con errores, porque de cualquier modo se puede descifrar.

            Y sin darse cuenta el lector, si es que ha llegado hasta aquí, que leyendo insulseces escritas por quién sabe quién, ya ha dispuesto de un buen tiempo, intrigado por el final, por ese punto final que pondrá fin a esa lectura iniciada sin querer, por equivocación, por curiosidad.

            Tal vez desilusione ese punto final, que de pronto quede en suspensivos, lo que le haría pensar en el tiempo perdido. Quizás quede divertido, pensando en que un escritor le llevó por un camino impensado y que entre coma y coma le hizo recapacitar, enseñándole que no todo tiempo perdido es perdido, algo puede quedar. De pronto, la locura ajena hizo que se produjera un reencuentro con la suya misma y le ayuda a saber que no está solo, que hay algunos como él. A lo mejor, esa lectura, ese seguimiento de letras imprecisas le haya distraído de un mal mayor, de una pena agobiante, de una preocupación displicente, de esas que dejan el sinsabor de un mal rato del que no es posible escapar, como las tonadas que se pegan y que no salen de la mente aún retándolas a irse. Posiblemente, sí, posiblemente se ría simplemente de la ridiculez de lo escrito, pensando en que hay muchas formas de matar el tiempo.

Porque el tiempo también se mata, no es un solo decir, se mata en las redes sociales viendo cuanta barbaridad hay, publicando desde elevados pensamientos a las estupideces que llevan a pensar que cómo hizo el ser humano para evolucionar hasta ese grado de estupidez de selfis, de comentarios que ni ellos mismos se creen, de lo que desearían ser pero jamás serán, escondidos en frases grandilocuentes sabiendo que otros saben sobre su pequeñez de pensamiento.

Y todo para qué? Si todo termina en un punto final, como éste que prosigue.(2)

y en cambio las frases siguen moviéndose en lo indeterminado, en lo gris, en una especie de tierra de nadie de la experiencia reducida al mínimo común denominador. Ten cuidado: con seguridad se trata de un sistema para implicarte poco a poco, para capturarte en la peripecia sin que te des cuenta: una trampa. O acaso el autor está aún indeciso, como por lo demás tampoco tú lector estás muy seguro de qué te gustaría más leer.(3)

Tomada de Facebook. 
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(1) Italo Calvino - Si una Noche de Invierno un Viajero.
(2) Nótese que ese signo convencional de punto (.) corresponde al punto final de este escrito, mas no de la vida, que contendrá un sinnúmero de puntos finales, como la vida misma. Ya al leer esta nota de página el lector podrá determinar cómo le fue por este recorrido de letras, sin sentido o con más sentido del pensado, ya cada cual elegirá!
(3) Italo Calvino - Si una Noche de Invierno un Viajero.

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