Me preguntaba
cómo me identifica Internet trabajando en sistema binario. Cuántos ceros y unos
soy, porque solo así puedo ser visible para la red. Y sólo haciendo el ejercicio
de ceros y unos con mi nombre (Juan) el resultado que arrojó es que me llamo:
01101010011101010110000101101110, 17 unos y 15 ceros, ese es mi nombre, el de
simple cuatro letras convertido en treinta y dos números (y eso que encontré
que si es mayúscula las letras empiezan con 011 y empiezan con 010, con lo que
se modifica aún más la cosa). Curiosidades de la vida y entonces cómo sería mi
nombre completo? Un montón de ceros y unos, nada más.
Además estoy almacenado en una nube
que resulta que no es nube sino en un depósito aquí en la tierra y no en uno
solo sino en un montón por todos los viajes que realizo en Internet y todo,
claro está, a pesar de ser números, éstos se convierten en palabras que son un
arma, para ofender o para defender o para apoyar también. Sin vergüenza alguna,
sin rubor, sin miedo, sin consecuencias o al menos eso creemos, porque toda
acción tiene su consecuencia, resulta también cierto.
Mejor entonces no me pregunto
cuántos bits(1) tiene
una palabra(2) porque
las líneas terminarían interminables e ilegibles para leer para nosotros los
legos.
Todo esto me surgió a raíz de ver
una serie de Netflix sobre la red oculta o negra, si se quiere. Los legos, como
decía, solo conocemos una cara de la red, la que usamos constantemente y unos
cuantos profundizan más y están en lo que llaman la red oculta, blanca o negra,
allí también están, buscando y rebuscando según su interés oculto igualmente.
Pero la red, cualquiera sea su
color, no la conocemos, aunque somos muy conocidos, por otros, por hackers, por
servicios de inteligencia, por amigos y enemigos. Y permite todas las
barbaridades. Desde el insulto y la pornografía, al abrazo y a la palabra de
apoyo. Une y desune.
Lo que resulta más increíble es que
sintiéndonos anónimos, pretendiendo ser anónimos podemos caer en manos de esa
red, la que nos puede robar los secretos más recónditos, nuestra personalidad,
nuestro ser. Pueden matarnos dejándonos vivos y me pregunto, en tal caso, cómo
decirle a un banco en que aparece uno como inexistente, que uno es uno si en
sus bases de datos dejamos de existir? Que la plata que ellos me tienen es mía?
Que desaparecí por el deseo ajeno, que tal vez no exista porque las bases de
datos me desaparecieron, pero que ese sigo siendo yo? Como oí en una serie de Netflix(3),
desaparezco como si nunca hubiera
existido. Convencerlos de que aquí estoy, que soy de carne y hueso y no
mera información llena de bits desaparecida con mi identidad, de que ya no
existo para ellos habiendo sido parte de ellos. Cómo probarlo si mi ser físico
no es suficiente prueba?
En la red oculta o no, no hay orden,
no hay ley, tierra salvaje, del más fuerte, del más avivato, donde se navega
con confianza o con hipocresía, donde se permite la injuria, la venganza, la
ofensa, hasta el sarcasmo y la ironía, aunque éstas no la entiendan a quienes
va dirigida. Naturalmente también es apta para el compañerismo, la autoayuda,
el narcicismo y la buena voluntad. Sigamos confiando en lo segundo, pues
resulta cierto que no somos tan invisibles como creemos serlo, pues hasta la
CIA debe estar leyendo este escrito, sin yo saberlo.
—¿Y quién eres tú?
—Soy parte de
ese poder que anhela el mal eternamente y eternamente obra el bien.(4)
Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.) |
[1] Este
código denominado ASCII (American Standard Code for Information Interchange)
permite representar hasta 128 caracteres
diferentes, para ello necesita7 bits (27 = 128 combinaciones). Normalmente
el código ASCII se extiende a 8 bits(1 byte) añadiendo un bit de control,
llamado bit de paridad. Doctor Google.
[2] Windows 7 tiene 9 bytes, porque cada carácter
insertado (Sean letras, números, espacios o símbolos) tiene un byte de tamaño;
y si se dice que un byte es 8 bits,
entonces (9 bytes por 8 bits) esto es igual a 72 bits, me responde el doctor Google.
[3] Algo en qué creer.
[4] Goethe, Fausto.
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