Un amigo me preguntó qué planes tengo para el futuro.
Lo único que se me ocurrió fue decirle que los pensionados no tenemos planes
para el futuro, porque el futuro inexorable se acerca cada día más. Por eso los
planes en mi caso se limitan a vivir, lo mejor posible.
Y viéndome en retrospectiva al
parecer no hice planes, al menos a largo plazo. Los planes ya venían
predefinidos, como conseguir un puesto, trabajar y mejorar, casarse, tener
hijos y lo infaltable, al menos en ese tiempo: casa, carro y beca y jalar la
vida lo más que se pudiera, dentro de la comodidad posible.
Y hablando de planes, tal vez podía
hacerlos, pero la vida me enseñó que siempre interviene ese uno por ciento
faltante, llámese azar o destino, que es en últimas el que decide.
Ya entrando en longevidad, donde
dentro de los planes no puede estar el de hacer plata, porque ya es tarde para
planearlo -salvo ganarse el baloto-, solo queda la alternativa de vivir, lo
mejor que se pueda con lo que se tiene, con lo que se hizo.
Curiosamente cuando se habla de
planes hacia el futuro siempre interviene un ingrediente infaltable: la plata.
Nada más es hacerse la pregunta y es de presencia constante la plata, por lo
que la meta termina en lo mismo, en hacer plata, para cumplir con los planes de
vida que se hagan. Así es.
Sin embargo, cuando ya es tarde para
hacer plata, los planes de vida se modifican, tal vez por la experiencia
vivida, por la realidad presente, porque ya no hay más que hacer y se
transforman en el vivir cada día, insisto, lo mejor posible, sentado en la
realidad, dejando el campo necesario para soñar, para ilusionarse, para tener
una buena esperanza.
Por eso, ante esa pregunta, que
puede parecer vergonzante, lo único que puedo decir es que no tengo planes para
el futuro, solo vivir cada día con lo que él traiga, lidiando con lo que
resulte de él. Y reafirmo, lástima que uno no hiciera desde joven planes de
vida futuros más sencillos, tales como tratar de ser feliz, de gozarse el día a
día, sin que intervenga ese factor vergonzante como es el de supeditar los
planes a la plata.
Con todo, sigo agradecido con lo que me tocó de vida,
no me ha ido mal.
Siempre
había sabido mantenerse en su sitio, cómodamente instalado en sus rutinas.(1)
Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.) |
(1) John Katzenbach. Personas desconocidas.
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