viernes, 5 de marzo de 2021

PAPAYA

             En alguna oportunidad pasada había tratado sobre la sabiduría de nuestros legisladores, sus dotes de conocimiento, su labrada cultura y el conocimiento del idioma. (Nótese, para el que no lo vio, el sarcasmo correlativo que lleva, ésta vez sí, a demostrar la ignorancia que nos rodea desde esas alturas. De allí que el sarcasmo esté en letra cursiva).

 

            La curiosidad, confieso que la mera curiosidad, me lleva a revisar de vez en cuando las leyes que se van expidiendo. Con ellas me río, me preocupo, lloro de impotencia, ratifico los grados de ignorancia que se requieren para ser congresista (aunque en el gobierno igualmente pululan tales genios, basta ver la redacción de los decretos expedidos y entonces en este tema vale decir que hubo mejores tiempos, en donde al menos las leyes estaban bien escritas). Leo estupideces, veo el interés de alguien para sacar alguna ley, igualmente estúpida (especialmente las dedicadas a las ferias y fiestas), me sonrojo ante evidentes errores, ante la falta de cuidado en poner signos de puntuación y no sigo porque la mala leche empeora el escrito.

 

            Y precisamente me encuentro con la que da papaya y confirma lo dicho. Se trata de la Ley 2085 del 3 de marzo pasado. Se trata de una ley de depuración legislativa en pocas palabras o como ella encabeza ADOPTA LA FIGURA DE LA DEPURACIÓN NORMATIVA, SE DECIDE LA PÉRDIDA DE VIGENCIA Y SE DEROGAN EXPRESAMENTE NORMAS DE RANGO LEGAL. 444 leyes derogadas que vienen desde 1873, 164 más que lo son por ser inconstitucionales y viene la perla:

 

Artículo 6. Cultura de la legalidad. Entiéndase por cultura de la legalidad el conjunto compartido del pensamiento sobre la responsabilidad individual que propende por el fortalecimiento del estado de derecho. Para garantizar una convivencia que proteja sus derechos.

 

            Cuando lo leí por primera vez, no entendí nada. Lo leí por segunda vez y lo único que entendí fue el título. Lo leí por tercera vez y me despisté más al ver que al referirse al fortalecimiento del estado de derecho termina con un punto. Y luego viene una oración que, en virtud de ese mismo punto mal colocado, no dice nada, una oración como caída del cielo pero que no supo ni que se cayó ni que está mal plantada y todo por un humilde punto mal plantado.

 

La supuesta definición se me pareció a la de la economía naranja tan cacareada por el presidente que tenemos (nótese que presidente no está iniciando con mayúscula, porque no se la merece, digo yo, aunque nos merecemos los gobernantes que suben a esos tronos, por tarados -el gobernante y los electores-). Economía naranja, coger un jugo de naranja, dejar el vaso medio lleno y echarle agüita y automáticamente se convierte en otra cosa, jugo de naranja aguado! (eso oí que explicó el presidente en algún programa que solo es visto por sus propios áulicos).  

 

Pero bueno, Entiéndase por cultura de la legalidad el conjunto compartido del pensamiento sobre la responsabilidad individual que propende por el fortalecimiento del estado de derecho. Es decir, nada. Conjunto compartido del pensamiento, de quién? Responsabilidad individual que propende por el fortalecimiento del estado? Y dónde está la responsabilidad del estado que propenda por nuestra seguridad? (Me encanta voltear la arepa, así equilibro mis malos pensamientos).

 

            Se hubieran quedado con el solo título que dice más que la explicación. Cultura de la legalidad. Eso es lo que necesitamos, pero no para nosotros los que nos creemos medianamente honrados, sino para aquellos compadres del gobierno y del gobierno mismo que deben respetar la legalidad que ellos mismos crearon, o no?

 

            cultura de la legalidad el conjunto compartido del pensamiento sobre la responsabilidad individual que propende por el fortalecimiento del estado de derecho. (no copio lo que sigue porque va a punto seguido, oración inconclusa, que alimenta a todo leguleyo que sepa un poco de signos de ortografía). … cultura de la legalidad el conjunto compartido del pensamiento sobre la responsabilidad individual que propende por el fortalecimiento del estado de derecho. Una sola conclusión: Sí hablan mierda.

 

            Y así dan papaya para yo hablar sobre la estupidez de quienes nos gobiernan, porque es que dan papaya! Y gratis. Y lo que me llama la atención, una ley para recordar que hay que respetar la ley?

 

Era culpa suya que los templos estuviesen ruinosos, sus edificios públicos sucios, sus plazas y jardines abandonados? No, la culpa la tenían los hombres que gobernaban en su nombre, porque se preocupaban más por sus reputaciones que por las de las ciudades que los habían engendrado.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Colleen McCullough. Antonio y Cleopatra.

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