La sola dualidad de su definición hace que la palabra o bien indique pérdida o bien ausencia: de prestigio o de buena fama. Y si se hace alusión al verbo, da una nueva acepción que da lugar a la privación. Entonces tres vértices que implican: pérdida, ausencia o privación. Sigo dando vueltas, pero dejemos así.
Pensaba en que estamos en una
época de desprestigio de lo que en algún momento se creyó; aunque viéndolo con
mirada retrospectiva, reciente y remota, desde hace demasiado tiempo estamos
como estamos.
Por partes, entonces. El
congreso es lo más desprestigiado que tenemos, junto con los políticos que
hacen parte de esa maquinaria, lo que indicaría que perdió el prestigio y que a
la vez, tal vez por el mismo hecho, lo privamos de él. Y así podemos seguir
dando un paseo para ese estado social de derecho que tan buenamente quedó
grabado, pero que tan malamente es aplicado. La justicia igualmente y por las
mismas razones, aunque también es hasta por ausencia (de justicia). Y el ejército
y la policía, lo perdieron, está ausente y se lo hemos privado, todo al tiempo.
El presidente, si lo tenía lo perdió, hasta el momento. La vicepresidente es
que está absolutamente ausente de lo que se llama prestigio; vergüenza me da
ese personaje, si es que puedo manifestarlo. El resto de gobierno, más
desprestigiado para dónde.
Visto así estamos jodidos y lo
peor y a pesar de lo que digan los profundos estudios de reputadísimas universidades,
no hay solución y tampoco se vislumbra.
Ese es el panorama y estamos
jodidos, repito. Si se preguntara lo que acontece en el resto del mundo, tanto
gobierno, congreso o parlamento, ejército o policía, justicia y políticos son y
ellos están privados, ausentes o perdidos del prestigio.
Qué coincidencia, dirá alguno. Qué curiosidad,
digo yo. Todo el mundo? Según mi percepción, sí. Estamos jodidos, sigo
insistiendo.
Pero es cosa de ahora? No, qué va. Mírese en
cualquiera de las épocas de la humanidad, antigua, edad media, moderna,
contemporánea, en todos igualito que hoy, con las variantes que en cada época
han debido tener; nos remitimos a la historia para quienes no la hayan leído.
Nada más ver los imperios romano, egipcio, griego o chino, por citar algunos,
tienen sus propias historias, si se ha sabido leer bien. Entonces de qué nos
quejamos si es un mal endémico de la humanidad aun a pesar de quienes creen que
lo tienen.
Estamos jodidos, me repito incansablemente y
no hay nada qué hacer (vos si sos pesimista, me dirán) y por eso quedo
ausente, perdido y privado al saber que definitivamente estamos jodidos, aunque
es de reconocer que se han presentado contrapesos que de alguna manera han
permitido que lleguemos hasta ahora, permeados pero sobrevivientes, en medio de
esa enfermedad.
O seré soló yo el que se ha dado cuenta.
Parodiando a Borges: El mayor defecto del olvido es que a veces incluye a la
memoria.
Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro.
Pero la conservación y la evocación de la memoria suele ser un asunto
complicado. Lo que recordamos nunca refleja la totalidad de un hecho, un país,
una época, sino sólo aquella percepción de lo que hemos vivido, condicionada
además por lo que somos y pensamos, y que evocamos además selectivamente. Por
eso es tan importante para la memoria colectiva contar con múltiples relatos,
todos necesarios para evitar los olvidos, también selectivos, que pueden
ocultar importantes lecciones imprescindibles para el futuro[1].
(Que
de todos modos no serán atendidas, agrego).
[1] La memoria y el olvido. Leonardo
Padura. La cita de Borges también proviene de este libro.
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