Dicen los que saben que hecha la ley hecha la trampa. Son zonas oscuras que intencional o inocentemente quedan impregnadas en la ley, las que permiten hacerle el quite sin que se sienta que se viola lo prescrito. Son cosas de políticos que son aprovechadas por los abogados, lo que los hace en últimas tramposos, digan lo que digan. Y por ahí nacen los malos entendidos y las trampas.
Inglaterra, que se basó en
derecho consuetudinario hoy tiene leyes para todo, como todos los países
civilizados y al regular el extremo lo único que logran es ahogar en normas, lo
que puede llegar a hacer de la ley que sea injusta y hasta abusiva.
Pero hablando de la belleza de
Inglaterra y viendo la serie Clarkson Farm, uno termina pensando que tanta ley
lo que impide es el progreso. En este caso, hasta para poner una piedra hay que
pedir permiso. Y a quienes producen lo que da la tierra el ahogo es demasiado y
se vio nada más con la salida del Bretix; tenían una serie de ayudas agropecuarias
que les ayudaban a vivir. Nada más salidos de la Unión Europea, el gobierno
prometió continuar con tales ayudas. Pero promesas de políticos, mamola, pasan
los años y la ayuda prometida nunca ha llegado y el campo se ahoga, no por
falta de tierras ni de quienes la trabajen, sino por políticas gubernamentales.
Y sigo hablando de la Inglaterra
que nos han vendido. El Clarkson quería tener un punto de venta de productos de
la granja y los miles de problemas que tuvo para obtener la licencia. Un día
decidió vender camisetas y gorras alusivas a la hacienda. Ah, quién dijo miedo.
Hasta le iban a quitar los permisos porque gorras y camisetas eran hechas en
cualquier pueblo orientas, pero no eran de la región. Y un inventario ahí
pudriéndose. Pues acudir a la zona oscura de la ley, si prohibía vender, no lo
hacía si se regalaban y para el efecto, hecha la ley, hecha la trampa, pues se
vendía el tomate y se encimaba una camiseta o una gorra, aunque claro, el
precio del tomate incluía el valor que correspondía a los otros productos.
Quiso poner un restaurante y
para que no se lo negaran acordó con todos los vecinos que le vendieran sus
productos y de esa manera cumplir con lo dispuesto en la ley. Pero de nada
sirvió, los obstáculos aparecieron por todos lados y las ilusiones de todos los
que iban a participar con sus productos se vieron frustradas. Ah, pero por ahí
tenían un granero más viejo que el hambre y a alguien se le vino a la cabeza
que se podía disponer de esos graneros en lo que se quisiera, pues había una
vieja ley que así lo disponía. Pues quién dijo miedo, en el granero se hizo el
restaurante sin permiso de nadie, porque esa zona oscura lo permitía. A eso lo
obligan a uno, a buscar el recoveco ante la imbecilidad legal.
Y otro ejemplo, tenía un toro,
si no se ponía aviso, el dueño es el responsable de cualquier daño que ocurra.
Si se pone el aviso de la presencia de un toro bravo, potencialmente, tome para
que lleve, la responsabilidad es del dueño. Pero los recovecos legales se consiguen.
Solución, poner un letrero que diga toro en el prado. Ya la responsabilidad no queda
en el dueño, pues avisó del potencial peligro.
El exceso de leyes mata y más
cuando la mayoría tienen un interés oculto, pero uno diría, afortunadamente
existe una zona oculta a la cual acudir sin que se incurra en ilegalidades.
Vaya solución, lo hacen a uno tramposo. Y en esto ya no es Inglaterra, es el
mundo entero y dentro de él, el nuestro, en que estupideces abundan. De
curiosidad me encontré con un jabón de baño, con fecha de vencimiento. Dios mío
me dije, eso no es una estupidez? Y productos como la miel o el aceite de
ricino, acaso vencen? O vencen por virtud de la voluntad legal a pesar de que
no venzan, insisto.
Y naturalmente cuando a uno lo quieren clavar
salen los leguleyos con aquello de que dura lex sed lex (a la mierda, pienso
muchas veces) y de ahí que a uno lo obliguen a buscarle la comba al palo o la
zona oscura para poder salir indemne de la estupidez y ridiculez de la ley.
He dicho.
Sila puede hacer lo que se le antoje —replicó César—.
Le han nombrado dictador, que es mejor que ser rey porque sus edictos tienen fuerza
de ley y no está atado por la lex Cecilia Didia de los diecisiete días que deben
transcurrir entre la promulgación y la ratificación, ni tiene que presentarlas al
Senado ni a las asambleas. Y no se le puede pedir explicaciones por nada de lo que
haga, ni por nada de lo que haya hecho antes. Ahora que te advierto —añadió pensativo—,
que si Roma no se conduce con mano firme está acabada. Así que espero que todo le
salga bien y que tenga la visión y el valor para hacer lo que sea preciso.[1]
[1] Colleen McCullough - Favoritos de la Fortunas. Un
ejemplo de lo que se entendía por dictadura en la época romana, no como las
contemporáneas, era para poner orden y lo lograban.
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