jueves, 9 de marzo de 2023

SUEÑO MINISTERIAL

                Por la abundancia de noticias y adicionalmente por repicar tanto una noticia, en alguna noche soñé que tenía algún cargo ministerial y que antes de que me echaran por whatsapp, había hecho llegar mi renuncia al señor presidente, que me había elegido sin yo haberlo pedido.

 

                Y decía algo así:

 

                Presento ante usted mi renuncia al cargo que me había designado, que como le dije personalmente, ni esperaba ni deseaba, aunque lo asumí como reto y con el deseo de aportar mi grano de arena por el mejoramiento de nuestro país.

 

                Hice mis mayores esfuerzos para ser coherente entre sus objetivos y las necesidades nacionales. Vertebrar todo ello fue tarea difícil ante las incoherencias mismas del mismo gobierno, partiendo de instrucciones -veladas, muchas de ellas, incoherentes otras más, como aquella de modificar los manuales de funciones para que cualquier cargo fuera ejercido por cualquier persona, bastaba con que tuviere un título de bachiller-. De igual manera expresé la falta de necesidad de arrasar con todas aquellas actividades que venían del gobierno anterior, bastaba con continuar con las que estaban funcionando, estructurar las que fallaban y ahí sí desechar las que realmente eran innecesarias.

 

                Quise apoyarme en el mejor grupo de trabajo, sin embargo ello solo fue posible mínimamente, teniendo en cuenta que de parte de su despacho o de sus órdenes, según fui informado, llegaban hojas de vida que no cumplían los mínimos requisitos para ocupar cargos de dirección o de decisión, pero órdenes eran órdenes y por cumplir con los compromisos políticos, un bachiller bastaba para que asumiera su labor. De esa manera era imposible cumplir los objetivos, aún los mínimos que se esperaban.

 

                De otra parte, la interferencia externa era mayúscula, del mismo gobierno o de los políticos con quienes se había cerrado algún acuerdo. Y la interferencia mayor se hizo patente en la intervención de la primera dama, quien no sobra recordar no ostenta el cargo de funcionaria pública, pero que intervenía en la selección de personal, en la escogencia de contratistas y en entorpecer las tareas diarias dando órdenes no dadas por quien fungía legalmente el cargo. Tanto es así que personalmente se lo expresé a la primera dama, quien terminó ofendida al considerar que se le había faltado al respeto, al señalarle que debía ser ella la que dirigiera los destinos del ministerio al haberse apersonado con tanta pasión, pero con desatino, en los nichos del poder.

 

                Entre otras, estas son las razones que me fuerzan a dejar el cargo, para que sea el señor presidente el que determine lo pertinente, si pretende llevar a buen éxito su labor.

 

                Me veía en Palacio presentando mi renuncia, con la frente en alto y a sabiendas de que saldría por la puerta trasera, por los términos de mi renuncia. Pasaron algunos días y no recibía ninguna señal de aceptación y lo último que recuerdo del sueño es que en la cuenta de Tuiter del señor presidente se decía que había decidido prescindir de mis servicios, así no más.

 

                Me desperté muy tranquilo al ver que fui capaz de presentar mi renuncia en aquellos términos, pero con la debida piedra al ver que el desgraciado ese me había destituido. 

… resonaba de nuevo la pregunta que se hacía el poeta: «¿Dónde se perdió el color de tus días?». Oh, ¿dónde?[1]

Tomado de Google
(¿entonces no fue un sueño?)



[1] Rosas Muertas. Arnaldur Indriðason

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