Palabra dicha así pegadita, por si no se sabía de su existencia[1].
Me pregunto cada vez que el
atronador sonido que se hace en un piso, pues muchas veces no me queda claro si
es el vecino de arriba o el de abajo, el de la derecha o el de la izquierda,
qué diablos es lo que hace con un taladro todos los berracos días.
Si fuera un recién pasado, vaya
y venga, uno sabe que la tortura será de al menos una semana, mientras suben
cuadros, cuadran cosas y se acomodan.
Pero si no lo es, qué carajos es
lo que todos los berracos días hace esa persona con un taladro o por qué no lo
hace todo de una vez, me pregunto, pero es como si fuera a cuenta gotas, con el
deseo de martirizar a sus semejantes.
Esa pregunta me carcome cada vez
que oigo un taladro en el edificio y me gustaría que ese vecino anónimo se
hiciera esa pregunta cada vez que coge el taladro, aunque lo más seguro es que
la pregunta se la hace pero cada vez que el otro vecino toma su turno.
Pero qué carajos harán con un
taladro todos los berracos días, ni que fueran odontólogos.
Pero por cada trabajo que existe en el mundo,
por insatisfactorio que sea, también existe siempre una persona que lo realiza.
Si no, el mundo no podría seguir funcionando.[2]
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