Todos tenemos un propósito. Todos tenemos una razón de ser. Eso es lo que nos dicen. Pero será verdad? Uno se cree casi todo lo que le dicen, para no pasar de ignorante, por no pasar de ser diferente. Pero realmente hay una razón de ser? Debemos tener un propósito? Todo porque así ha de ser? Y si no hay una razón para ser? Si no hay objetivo? Si todo son frases vacías, si son solo frases de autoayuda?
Eso me llevó a pensar en el
suicida, no en el despechado sino en el filosófico, si así puede llamársele. En
aquél que llegó a la conclusión de que no existe un propósito en la vida, que
no hay una razón de ser, que la vida no tiene razón de ser. Y que también llegó
a la conclusión de que no vale la pena vivir algo que en últimas no tiene razón
última. Que el pensar que la vida es nacer, crecer, estudiar, trabajar,
trabajar, tener un matrimonio, trabajar, trabajar, procrear y esperar a la
pensión. Y que más allá de todo es esperar la muerte, sin saber qué va a pasar
más allá, puede que esté el cielo prometido o la nada de nada.
De ser así, no está en su pleno
derecho de decidir si para o continúa? Y esto me llevó a pensar en el suicida,
en general. Tiene derecho a decidir cuándo se acaba si igualmente tiene derecho
a la vida? Acaso uno no es el determinante para tomar la decisión? Ya sé,
muchos van a decir que uno no tiene tal derecho, que es cuestión divina y que
solo Dios tiene esa decisión. Pero… pienso en los enfermos mentales, en los
terminales, en todas aquellas personas que consideran que deben terminar porque
ya el futuro no les ofrece más que dolor, angustia, desesperanza. Ellos tienen
derecho a decidirlo y es más, el estado debería estar en la obligación de darle
los medios para que así sea, evitar que terminen en lo que denominan suicidios
sucios (que vendrían a ser aquellos en que la sangre o el horror crean más
traumatismos para quienes quedan) y evitar también tanto sicópata que no hace
más que agravar a esta humanidad agobiada y doliente.
Son solo pensamientos al
entender que la vida no tiene otro propósito que la vida misma. Ya veremos si
vuelvo al tema.
Generalmente, la gente no piensa en esas
cosas, como es normal. En nuestro mundo, todo lo que está muerto es inútil, y
un cuerpo humano muerto también lo es. Mostrar algún tipo de sentimentalismo es
innecesario. El alma ya no está. Sólo queda la cáscara, y la cáscara no es
nada. Tienes que verlo desde el punto de vista médico. El cuerpo no es nada,
¿entiendes?[1]
[1] Las marismas. Arnaldur Indriðason.
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