Hay frases que como autoayuda pueden usarse para aquí o para allá.
En un muro
de la Cardioinfantil hay una frase, creo que atribuida a García Márquez que
dice: A un niño le puedo dar alas, pero no le enseñaré a volar.
Por su
parte, se le atribuye a Lao Tse el siguiente dicho: Si das pescado a un niño
hambriento lo nutrirás una jornada. Si le enseñas a pescar lo nutrirás toda la
vida.
Dos frases
que en un principio pueden tener la misma significancia. Un objetivo
semejantes, medios diferentes, resultados aparentemente iguales si se ve a
larga distancia.
Pero…
siempre me surge un pero. Pensaba en que, en el primer caso, si le doy alas a
ese niño, lo mínimo que podía hacer era enseñarle a usarlas, así fuera dentro
de un marco teórico si no pudiera ayudarle en su primer intento de vuelo. Y por
otro lado, pensaba, si darle alas y pretender que de una se tirara al vacío…
Aunque supongo que así puede ser en la naturaleza, no lo sé. Algo así diciendo
la madre: mijito, es hora de abandonar el nido, así que a volar, mire a ver
cómo lo hace…
Creo que
prefiero a Lao Tse, dar la caña y enseñar a pescar, luego es su problema de
cómo va a proseguir su vida.
Supongo que
es pensamiento de padre muy paternalista. Lo del empujón para que aprenda a
nadar se me hace muy sádico.
O
así es como yo lo veo. Sé que soy incapaz de cometer un acto violento. A pesar
de todo. Los que me conocen lo saben. No haría daño ni a una mosca. La mayoría
de las personas somos así. O, al menos, la mayoría queremos pensar que somos
así. Pero nadie debería sobreestimarse.[1]
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