Habiendo sido educado por monjas
y jesuitas, con el paso del tiempo fui perdiendo la fe católica, por innumerables
razones, especialmente al ver que sus jerarquías se alejaban de los preceptos
cristianos básicos, amasando poder y fortuna, ocultando debajo de la alfombra
todas las miserias que les hacen miserables.
Hoy, en pleno siglo XXI me
encuentro con prácticas de la edad media que a nadie se le ocurriría pensar que
se dan en este siglo de modernidad y avance tecnológico. Un documental, bien
documentado a propósito, me presentó a una respetable comunidad católica, en
DW, titulada Las siervas maltratadas de Dios.
Durante
muchos años los escándalos de abusos han sacudido a la Iglesia Católica. Luego
de que salieran a la luz pública los abusos sexuales cometidos contra niños y
adolescentes, unos años más tarde estalló otro escándalo que la iglesia había
tratado de encubrir durante mucho tiempo: religiosas de muchos y muy diferentes
países del mundo que habían sufrido agresiones sexuales por parte clérigos
superiores a ellas en la jerarquía. Las acusaciones también implican a altos
dignatarios del Vaticano. Las siervas de Dios que quedaban embarazadas como
resultado de los abusos corrían el riesgo de ser expulsadas de sus comunidades
o eran incluso obligadas a abortar. La mayoría de estos delitos, algunos de los
cuales se cometieron repetidamente, quedaron impunes o los sacerdotes
involucrados fueron exonerados por los tribunales del Vaticano cuando las
acusaciones se hicieron públicas y requirieron una mayor investigación.[1]
Y esa congregación, protegida
férreamente por Juan Pablo II, hoy santo,
es conocida como los hermanos grises, por su hábito, -grises por ser personas
de esa calaña y por su hábito de violar a las monjas de su propia congregación-
y corresponde a la comunidad de Hermanos de San Juan el Apóstol.
La iniciación de una novicia era
dormir con el respectivo cura, para guiarla hacia el camino espiritual,
ejercicio que llamaban economía espiritual. Válgame Dios y todo en
nombre de Dios. Además de ser violadores tenían una red de prostitución, una
clínica de abortos y cuando no lo hacían, una red de venta de bebés. En pleno
siglo XXI, válgame Dios.
Durante el curso del programa no
dejé de pensar en los hijueputas (pues no tienen otra denominación), en el
sometimiento de las pobres mujeres y en toda la miseria que podía haber en un
lugar donde lo que menos se dignificaba era el nombre de Dios.
Y lo peor es que el Vaticano
recibió todas las denuncias, (Juan Pablo II, hoy santo, se emputaba si le
hacían mención de su comunidad protegida, vaya santo), hasta el parlamento
europeo formuló su propia queja, quedando naturalmente en oídos sordos, como
todo lo que acontece dentro de tales palacios. Abusadas y luego abandonadas si
se quejaban, eso se llama caridad cristiana.
Con ese ejemplo díganme cómo no
perder la poca fe que pueda tener uno, pues el único pensamiento sensato es que
a toda esa tropa de hijueputas deberían fusilarlos, previa castración sin
anestesia.
Y después dicen que por qué vivo
berraco!
A
José de Jesús lo tranquilizaba el convencimiento de que la historia se escribía
de ese modo: con omisiones, mentiras, evidencias armadas a posteriori, con
protagonismos fabricados y manipulados, y no le producía ninguna turbación su
empeño en corregir la historia (…): los dueños del poder lo hacían constantemente
y la verdad histórica era la puta más complaciente y peor pagada de cuantas
existieran…
Tomado de Facebook
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https://www.dw.com/es/las-siervas-maltratadas-de-dios/a-65052202
[2] Juan Pablo II, señalado en Polonia por encubrir
abusos.
https://www.dw.com/es/juan-pablo-ii-se%C3%B1alado-en-polonia-por-encubrir-abusos/a-64987943
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