miércoles, 24 de mayo de 2023

PERDIENDO LA FE PERDIDA

                 Habiendo sido educado por monjas y jesuitas, con el paso del tiempo fui perdiendo la fe católica, por innumerables razones, especialmente al ver que sus jerarquías se alejaban de los preceptos cristianos básicos, amasando poder y fortuna, ocultando debajo de la alfombra todas las miserias que les hacen miserables.

                 Hoy, en pleno siglo XXI me encuentro con prácticas de la edad media que a nadie se le ocurriría pensar que se dan en este siglo de modernidad y avance tecnológico. Un documental, bien documentado a propósito, me presentó a una respetable comunidad católica, en DW, titulada Las siervas maltratadas de Dios. 

Durante muchos años los escándalos de abusos han sacudido a la Iglesia Católica. Luego de que salieran a la luz pública los abusos sexuales cometidos contra niños y adolescentes, unos años más tarde estalló otro escándalo que la iglesia había tratado de encubrir durante mucho tiempo: religiosas de muchos y muy diferentes países del mundo que habían sufrido agresiones sexuales por parte clérigos superiores a ellas en la jerarquía. Las acusaciones también implican a altos dignatarios del Vaticano. Las siervas de Dios que quedaban embarazadas como resultado de los abusos corrían el riesgo de ser expulsadas de sus comunidades o eran incluso obligadas a abortar. La mayoría de estos delitos, algunos de los cuales se cometieron repetidamente, quedaron impunes o los sacerdotes involucrados fueron exonerados por los tribunales del Vaticano cuando las acusaciones se hicieron públicas y requirieron una mayor investigación.[1]

                 Y esa congregación, protegida férreamente por Juan Pablo II, hoy santo[2], es conocida como los hermanos grises, por su hábito, -grises por ser personas de esa calaña y por su hábito de violar a las monjas de su propia congregación- y corresponde a la comunidad de Hermanos de San Juan el Apóstol.

                 La iniciación de una novicia era dormir con el respectivo cura, para guiarla hacia el camino espiritual, ejercicio que llamaban economía espiritual. Válgame Dios y todo en nombre de Dios. Además de ser violadores tenían una red de prostitución, una clínica de abortos y cuando no lo hacían, una red de venta de bebés. En pleno siglo XXI, válgame Dios.

                 Durante el curso del programa no dejé de pensar en los hijueputas (pues no tienen otra denominación), en el sometimiento de las pobres mujeres y en toda la miseria que podía haber en un lugar donde lo que menos se dignificaba era el nombre de Dios.

                 Y lo peor es que el Vaticano recibió todas las denuncias, (Juan Pablo II, hoy santo, se emputaba si le hacían mención de su comunidad protegida, vaya santo), hasta el parlamento europeo formuló su propia queja, quedando naturalmente en oídos sordos, como todo lo que acontece dentro de tales palacios. Abusadas y luego abandonadas si se quejaban, eso se llama caridad cristiana.

 

                Con ese ejemplo díganme cómo no perder la poca fe que pueda tener uno, pues el único pensamiento sensato es que a toda esa tropa de hijueputas deberían fusilarlos, previa castración sin anestesia.

                 Y después dicen que por qué vivo berraco!

A José de Jesús lo tranquilizaba el convencimiento de que la historia se escribía de ese modo: con omisiones, mentiras, evidencias armadas a posteriori, con protagonismos fabricados y manipulados, y no le producía ninguna turbación su empeño en corregir la historia (…): los dueños del poder lo hacían constantemente y la verdad histórica era la puta más complaciente y peor pagada de cuantas existieran…[3]

Tomado de Facebook
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[1] https://www.dw.com/es/las-siervas-maltratadas-de-dios/a-65052202

[2] Juan Pablo II, señalado en Polonia por encubrir abusos. https://www.dw.com/es/juan-pablo-ii-se%C3%B1alado-en-polonia-por-encubrir-abusos/a-64987943

[3] La novela de mi vida. Leonardo Padura.

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