lunes, 8 de julio de 2024

DEL AYER AL MAÑANA

                 Entre el ayer y el mañana solo está el eterno hoy, tema del que he escrito con suficiencia, supongo, pero a medida que transcurre el tiempo me encuentro con escritos que me llaman a la novedad por tocar algún punto que creo quedó en el tintero. Y así fue al leer, o releer tantas veces -olvidadas tantas veces-, una sentencia de San Agustín: “Si nadie me pregunta qué es el tiempo, lo sé, pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé”.

 

                Ese es dilema que igualmente me persigue. Pero el artículo[1] que leí a raíz de tal afirmación me hizo pensar en detalles, tenidos en cuenta u olvidados por pura ignorancia -cualquiera puede decir que si se es ignorante no puede ser olvidadizo, o sí?-. Ser es ser en el tiempo, igualmente leí, palabras de Kant. Y el meollo lo encontré en estas palabras: Pero, ¿qué es el tiempo? Podríamos decir que el tiempo es la sucesión de pasado, presente y futuro. Pero lo curioso es que ni el pasado, ni el futuro son… Sólo nos queda el presente, un instante que no deja de dejar de ser y que continuamente desaparece entre dos nadas, sin casi duración.

 

                Y como siempre lo damos todo por sentado: Pero lo curioso es que el tiempo no deja nunca de fluir, ese es el gran misterio: el presente deja continuamente de ser, sin por eso desaparecer. Es decir, deja de ser, pero sigue siendo. Un flujo eterno, que desaparece en un pequeño instante… imposible de aprehender. Es un eterno presente que un paso atrás se volvió pasado mientras espera el paso siguiente cual futuro anhelado, manteniendo un equilibrio a ratos imposible de digerir. El futuro no es nada, es mera expectativa del que, normalmente, no tenemos conciencia, afortunadamente. Y el pasado, igualmente, no es nada para el momento actual, es una historia que pasó, simplemente pasó (afortunadamente?).

 

                Y como tantas ficciones humanas el tiempo es de su propia creación, creada la noción como guía, supongo y luego para reinventarse con la construcción del reloj, para darle más conciencia, dado que a la vaca, a la montaña o al mismo cielo, les es intrascendente al no tener noción ni ficción de lo que pueda ser. De haber sido así para el hombre, me pregunto cómo sería su vida sin la conciencia del tiempo, cómo sería…

 

Puede ser que el tiempo, como tal, no exista; que sólo exista el espacio, y lo que creemos que es el tiempo no es más que movimiento. Si envejecemos es por los movimientos de nuestro organismo. Si el sol sale cada mañana, es por el movimiento. El movimiento es cambio, y el cambio es la única evidencia del paso del tiempo. 

 

¿Cómo podía explicarle que estaba aprendiendo?, ¿que el pasado condiciona el presente?, ¿que el libre albedrío es una fantasía?, ¿que una fuerza a la que podríamos denominar Destino o Dios controla las sendas que tomamos?[2]

Tomado de Facebook
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[1] https://infinitesights.wordpress.com/2010/11/09/1527741858/. Todas las citas son de este artículo.

[2] Almas muertas. Ian Rankin

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