miércoles, 31 de julio de 2024

NO PASA NADA IMPORTANTE

                 No pasa nada importante en la vida, solo pasa la vida y es una conclusión a la que se llega si se sabe usar la lupa.

 

                Que hay guerra aquí y allá. De nadie es desconocido. Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Que nos gobiernan unos incompetentes. De nadie es desconocido. Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Que las calles siguen inseguras, eso lo sabemos de siempre. Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Que los políticos, con ayuda de los gobernantes, se roban el erario público. Siempre ha sido así. De nadie es desconocido. Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Que los pobres siguen siendo pobres. No hay novedad. De nadie es desconocido. Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Que hay que subir los impuestos. Es lo normal, porque es necesario subir las tajadas, las coimas aquellas. Sin novedad alguna. Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Que las redes sociales están alborotadas. Y? De nadie es desconocido. Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Que está subiendo el mercado, el costo de vida, el PIB (creo que este está cayendo), el IPC. Raro no? Así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Y la lista sigue, pero así fue ayer, así es hoy y mañana continuarán, aquí, allá o más allá. No hay cambio.

 

                Y realmente no pasa nada, nada importante, porque ya estamos acostumbrados al pasado y al futuro, que es igual al hoy y por eso no pasa nada, nada importante, ni en el mundo ni en nuestro mundo, porque ya estamos acostumbrados.

 

                Qué vaina, me digo, no pasa nada, nada importante y eso aburre. Y lo peor de todo es que no pasa nada, nada importante.

 

Nuestras palabras carecen a menudo de significado. Ello ocurre porque las hemos gastado, extenuado, vaciado mediante un uso excesivo y, sobre todo, inconsciente. Las hemos convertido en cascarones vacíos. Para contar algo, tenemos que regenerar nuestras palabras. Tenemos que devolverles su sentido, consistencia, color, sonido, olor. Y, para hacerlo, tenemos que romperlas en pedazos y reconstruirlas después.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Gianrico Carofiglio. Dudas razonables.

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