Olores que traen recuerdos (lo
que me hace recordar que ya en alguna oportunidad había escrito sobre los
olores, sonidos y colores del recuerdo). Así es, volvió a mí el recuerdo a
través de un olor particular, el olor de la pintura de paredes (el vinilo para
mayor precisión). Son olores asociados, tal como acontece cuando se huele a
aceite, pintura y el recuerdo me lleva a los tiempos que me los pasaba en un
taller mientras arreglaban el carro. O el olor a trementina, a óleo, lo que me
lleva a pensar en el deslizamiento del pincel o de la espátula, a la variedad
de color, a la cantidad de imaginación que fluye.
El olor a pared, iba a decir,
pero el recuerdo viene a mí aclarando que debo precisar ese olor, pues hay olor
a pared mohosa, a pared de iglesia que es demasiado odiosa, a pared encementada
recientemente, a pared mojada, a tantas paredes que me confundo en su
descripción. No, me refiero a las paredes que están pintando en las zonas
comunes del edificio. Ese olor de vinilo es el que me llevó a la añoranza, al
recuerdo, es un olor indescriptible, simplemente huele a pintura vinílica
(diferente a la de aceite o lacas), a pesar de que con el tiempo ese olor de
pintura se viene desvaneciendo gracias a su fabricación, es decir, están
matando la añoranza del recuerdo, pues sin ese olor característico muchas cosas
vividas pasan al olvido.
Ese olor está en mí asociado a
varias situaciones. Una de ellas es el olor de renovación y de estreno. También
me lleva al recuerdo de familia o de trabajo, al de niñez, cuando la vieja casa
que habitábamos era sometida al trabajo de remozamiento y las palabras de mi
mamá al iniciar la tarea, en su natural afán, de pinto ligero por poco
precio, era lo que había, me digo ahora. Y recuerdo la ansiedad de la
propuesta de pintar, el deseo de iniciar, las primeras labores de revolver la
pintura (y hacerla rendir, claro está), comenzar los brochazos (los rodillos
aparecieron mucho después) y al cabo de algunas horas de trabajo, ver que no se
avanza como se desea, llega el cansancio y con ello la siempre frase: para
qué me metí en esta vaina! Situaciones contradictorias, lo sé, pero así
sucedía se iniciaba con toda la gana y se terminaba maldiciendo cuando la tarea
llevaba varios días, sin pensar en el desorden, el trasteo de acá para allá,
las pisadas, las manchas, los chorreos y luego la recogida de basuras, la
limpieza, el trasteo de allá para acá, lavado de brochas, porque nada debía
desperdiciarse.
Pero es un olor de épocas
remotas, de cuando había ímpetu para realizarlas, es olor de un recuerdo muy
especial, para qué digo que no, si sí.
Te haces viejo de
verdad casi sin darte cuenta y luego es cuando empiezas a pensar en todo lo que
podrías haber hecho y no hiciste. En fin, son cosas que se dicen cuando uno
está cansado.
Tomado de Facebook
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