Hay días en que sin proponérselo o aún proponiéndoselo el cerebro no da para escribir, es como si entrara en letargo o en mera pereza porque no fluye la escritura a pesar de que el pensamiento no haya dejado de hacer lo que sabe hacer: pensar pendejadas, casi siempre, como generalmente acontece, como es su rutina.
Pero
hay mucho que escribir. De religión, por ejemplo, pero pienso: Dios me libre,
para que me meto en honduras y el tema da para escribir dos biblias más.
Desechado. De política y de corrupción, que resultan ser lo mismo. Tampoco, es
tema vetado, se me hinchan las venas, la bilis se me revuelve y se me sale el
hampón que también tengo, aunque sosegado para no terminar en honduras.
Desechado. De guerras. Tampoco, las hay por todos lados y la guerra es simple
injusticia o mero negocio, lo que resulta en lo mismo; tengo guerras cercanas,
en el sur del país; en países adyacentes, en otros más allá de los mares y es
lo mismo y si he de ser sincero, entre más alejadito esté yo, mejor, la cosa no
es conmigo[1].
De filosofía, ni modo, demasiado intrincado para meterse en líos. De sexo,
menos, demasiados susceptibles. De culinaria? Quién puede estar interesado en
cuántas formas de hacer un huevo hay (y me consta por experiencia que hay
muchísimas o no habrán probado unos huevos revueltos con cilantro, por
ejemplo?), además de que es aburridor leer sobre culinaria si no se practica,
por lo tanto, desechado.
Y, en efecto, puede haber mucho
por escribir, pero cuando se está en blanco lo mejor es seguir escribiendo
pendejadas, una forma pasar el tiempo (Para que el tiempo pase. Qué tontería
de frase. El tiempo se las arregla por sí solo para pasar, no necesita ayuda.[2]),
si es que las pendejadas vienen solas.
Me acordé de una película que había visto hacía
un par de años. Espíritus en las tinieblas, una bellísima historia de cazadores
y leones.
Val Kilmer le pregunta a Michael Douglas: «¿Has fracasado alguna vez?». Respuesta:
«Sólo en la vida».[3]
[1] «Cuando los nazis
vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie
más que pudiera protestar». Poema escrito
por el pastor luterano alemán Martin Niemöller
[2] Las tres de la mañana. Gianrico
Carofiglio.
[3] Testigo Involuntario. Gianrico
Carofiglio.
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