miércoles, 26 de marzo de 2025

DESILUSIÓN

             Cuando el pasado se queda grabado en el presente, como si siempre hubiera estado presente, es imagen que se queda en eterno presente, como si fuera presente, sin que el tiempo hubiera podido desmejorarla, ni tan siquiera difuminarla ni decolorarla, es pasado fijo en presente, sucediendo así cada vez que el recuerdo lo retrotrae.

             Basta con imaginar el mosaico de egresados de hace cuarenta o cincuenta años. La imagen que allí aparece es la que quedó grabada a pesar del tiempo, a pesar de la ausencia de los años, es imagen que no se trastoca, que es permanente, que se quedó en presente a pesar de ser un pasado, bien lejano. Es imagen que no se actualizó, estática en su juventud y grabada así en ese recuerdo.

             Imaginar un reencuentro después de tantos años es ver, a pesar de todo, un reencuentro de desconocidos y más aún verles en presente, pasados todos esos años con las consecuencias de la edad. Cuarenta o cincuenta años más viejos, más arrugas, más deterioro, pues el tiempo no pasa en vano. Los comentarios surgirán, son apenas naturales, de los cambios sufridos y las imágenes guardadas de ese mosaico pasado, pensando que el tiempo no había pasado, no son nada halagüeñas enfrentadas a ese nuevo presente a un cambio de imagen obligatorio. Nada qué decir de los comentarios que se harán: cómo está de viejo; sí la vio lo arrugada que está; y lo bonita que era; está gordo panzón, como si no se cuidara; y fulanito con la pinta que tenía y verlo ahora. Son comentarios obligatorios.

             Y si entre ese mosaico estuviera la exnovia nunca olvidada, recuerdo de bonita mujer, cuarenta o cincuenta años más vieja, se produce un choque mental fenomenal, de no te lo puedo creer, de completa desilusión al no ver la belleza de antaño sino la vejez del presente, un golpe duro al recuerdo, a la ilusión que llevan al desengaño, decepción, desesperanza, aunque en algún recóndito espacio de suspiro de menos mal.

             Gran desilusión se lleva uno, es un golpe tremendo al recuerdo.

             (Eso sin ver el otro lado de la moneda, uno está cuarenta o cincuenta años más viejo y uno igualmente estuvo en boca de todos en aquella reunión, cómo está de viejo, calvo, ojeroso, cansado y sin ilusiones y esa exnovia eventualmente también suspirará pensando en menos mal…) 

—Por otro lado —continuó—, no sé si alguna vez he estado realmente enamorada. Tengo algunos recuerdos lejanos, de cuando era joven, pero ahora esos recuerdos me parecen actuaciones, simulaciones. Ni siquiera sé lo que significa estar enamorada. A veces eso me asusta. Entonces pienso que soy así, qué le vamos a hacer, habrá que resignarse. Tal vez tengo un defecto de fábrica aquí —dijo mientras se acercaba el puño cerrado al corazón—. No sé si entiendes lo que quiero decir. Y si te soy sincera, ni siquiera sé por qué te estoy contando todo esto. ¿Tú lo sabes?[1]

Tomado de Google
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[1] Rencor. Gianrico Carofiglio.


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